Fue dolorosa la paradoja que regaló el partido: el fútbol, el deporte más popular del mundo, se jugó a espalda del pueblo. Porque Junior-River no se debió haber jugado por las protestas y los disturbios que se sucedieron en las adyacencias del estadio Romelio Martínez. Pero el negocio todo lo puede y las imágenes que regalaba la televisión eran tristes: iban dos minutos cuando Leonardo Ponzio paró una pelota en la mitad de la cancha y se escuchó con nitidez la explosión de una bomba de estruendo seguida por una ráfaga de disparos. Y un rato más tarde, los gases lacrimógenos invadieron el campo de juego y se reflejó en el rostro de Marcelo Gallardo, que incrédulo entendió lo que le dijo al oído el árbitro Esteban Ostojich. Sí, el show debía continuar.

Y River jugó con un ojo puesto en lo que pasaba cerca del estadio y con el otro pensando en el duelo contra Boca del domingo. Por eso en la primera parte no estuvo en cancha River, se lo notó más desconcentrado que incómodo, dejando enormes espacios en defensas y pesando nada en ataque. El goleador Miguel Borja volvió locos a los centrales de River y fue también el encargado de meter el 1-0 luego una linda contra del elenco local que comenzó con un pase mal dado por Julián Alvarez en el área rival. Con un par de pases simples y para adelante, Junior pudo poner mano a mano a Borja con Franco Armani y no perdonó.

River se plantó con un 3-4-1-2 con habituales suplentes y no hizo pie, especialmente en la primera parte. Jonatan Maidana volvió tras superar el Covid y se lo notó falto de ritmo. Hay quienes creen que podría ser titular en la Bombonera, aunque con la actuación de anoche retrocedió un par de casilleros. Igual, se sabe: es un guerrero ideal para las grandes batallas y tiene un gran juego aéreo. Joni fue líbero en una defensa que tuvo a Díaz por izquierda y a Rojas por derecha; ninguno de los dos se siente cómodo en esos lugares y ambos padecieron las corridas de Borja.

Los reportes avisan que Gonzalo Montiel tiene un pie y medio afuera del Superclásico y la pregunta es quién estará en su lugar. Ni Alex Vigo ni Milton Casco sumaron porotos con sus rendimientos en Barranquilla. Y algo extraño: Casco erró pases que casi nunca erra, tal vez por la falta de confianza. El doble cinco estuvo compuesto por Ponzio y Zuculini, mientras que Julián Alvarez fue el enganche para asistir a los delanteros Girotti y Fontana. Eso en la teoría: en la práctica, River no hizo nada. Apenas remató una vez al arco, pero el disparo de Girotti se perdió lejos de los palos que defendía Viera.

Junior es un equipo paciente que tiene jugadores interesantes, atléticos y de buen pie. Se siente cómodo teniendo la pelota y también corriendo al espacio. El gol de Borja, se repite, llegó tras una contra de manual. Después mereció aumentar la diferencia el local, pero Armani ahogó esas posibilidades.

Metió mano Gallardo en el entretiempo y los cambios llegaron con una certeza: es muy grande la diferencia entre los titulares y los suplentes. River no mejoró demasiado, pero Junior lo respetó de otro modo. Se metió atrás el elenco local y defendió la victoria mientras observaba cómo los dirigidos por el Muñeco manejaban la pelota. Pero no estuvieron lúcidos los futbolistas y a River le costó generar peligro. La más clara fue un remate de Zuculini -la pelota se lo chocó, en realidad- que mandó al córner el uruguayo Viera.

Y así se estaba consumiendo el duelo, con River manejando la pelota con la mayoría de los titulares pero sin poder encontrar la idea para vulnerar a la defensa de Junior. Pero la fortuna estuvo del lado argentino, esta vez. Porque cuando el partido estaba llegando a su final, Paulo Díaz le puso la cabeza a un córner desde la derecha e igualó en uno.
Empató River en Barranquilla y lo festejó como una victoria. Sumó un puntito el equipo de Marcelo Gallardo y quedó bien posicionando en la Libertadores. Encontró una pequeña alegría, justo a días de enfrentar a Boca.