POLITICA
3 de octubre de 2021
Alberto con L-Gante y una inyección de dinero tan tardía como demagoga
Alberto Fernandez recibió a L- Gante con su esposa e hija recién nacida. Foto:Gentileza
Alberto ahora reparte un dinero apresurado (porque es tardío) para contentar el humor social y recibió a L-Gante como símbolo de su cercanía con "lo marginal", con lo popular.
El presidente Alberto Fernández culmina una semana con lo último (o el comienzo) del reparto de acciones demagogas, apuntando, sin dudas, a tratar a las personas como verdaderas estúpidas. Lo dijo hoy en una columna uno de los intelectuales afín al oficialismo, José Eduardo Feinmann, a la que tituló como "Peronismo con hambre no es peronismo": "...el gobierno arrugó", dice allí el filósofo. Explica que, más allá de lo variopinto del peronismo, esta fuerza política deja de identificarse como tal cuando con sus políticas sostiene el hambre. Al respecto, y según los últimos datos del INDEC, más del 40 por ciento de la población argentina es pobre.
El bucle peronista de Alberto
El presidente ha hecho un bucle que podría resumirse en dos acciones bien antepuestas durante toda la gestión: querer quedar bien con un sector, querer quedar bien con el sector opuesto. De recibir a Brian en la Casa Rosada para separarse del discurso antipobre y de gatillo fácil que tiene enquistado la oposición de Patricia Bullrich, Mauricio Macri, Vidal y Larreta, a torcerse el brazo por la presión de los dueños del campo cuando intentó expropiar Vicentín.
De apoyar la Ley de la IVE y amortiguar las demandas de colectivos feministas, a elegir a un jefe de Gabinete, Juan Manzur, que de partida impregnó su discurso con un cristianismo clemente: "Que Dios nos ayude", dijo el funcionario que prohibió en Tucumán un aborto a una niña de 11 años y que, a raíz de esto, fue denunciado por Elizabeth Gómez Alcorta, ministra de las Mujeres del gobierno del Frente de Todos.
El presidente, evidente y poco elegante
Ahora, el presidente visita misiones religiosas, reza y se pasea con publicaciones que lo muestran abrazando a la gente pobre. También recibió a L-Gante como símbolo de su cercanía con "lo marginal", con lo popular. El cantante es una figura joven y despierta que ya se paseó por algunos lugares que lindan con la opinión política, como cuando fue a cenar con Juana Viale y compartió mesa con un Randazzo que no le supo siquiera responder "en cuánto tiempo podría resolverse el problema de la inflación".
En un anticipo de la entrevista que hizo con el cantante, Alberto publicó en Twitter la "consonancia" que mantiene en la idea que le gustó a L-Gante: "pasar de los planes sociales a planes de trabajo". Una propuesta que desde hace meses vienen haciéndole al Gobierno algunos movimientos sociales como el Patria Grande, de la mano de Juan Grabois.
Una vez más, el bucle. En lugar de trabajo, Alberto ahora reparte un dinero apresurado (porque es tardío) para contentar el humor social y señalarnos a todas las personas la manipulación a la que están dispuestos y que, como bien señala Feinmann, es tan evidente que repugna.
El repunte en las próximas elecciones a la que aspira el Gobierno para consolidar su mayoría en el Congreso en noviembre parece imposible, más que difícil. La sociedad no es tonta y piensa basada en la situación de hoy, no del pasado. Los registros, dimes y diretes quedan solo en el recuerdo de la clase dirigente y los medios de comunicación. En la otra punta, está la gente que piensa con el día a día, porque no hay tiempo para pensar el pasado. Lo que piensa hoy es la panza, que más que pensar, cruje de hambre en un enorme sector de la población de Argentina.
Por su parte, Alberto Fernández publicó en su cuenta de Twitter: "Ya está disponible en Youtube mi encuentro con L-Gante. Pude conocer a un joven talentoso a quien quise escuchar en una conversación que me sirvió mucho".
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