Cuando Sergio Massa subió al escenario no se escuchó "Massa Presidente", como él soñó más de una noche. Tuvo que reconocer la derrota y saludar a Javier Milei, aquel economista ultraliberal que cuando lo conoció en 2013, en las visitas que hacía a las oficinas del Frente Renovador, nunca imaginó que llegaría a este lugar. El tigrense perdió la elección y anunció que "termina un etapa en su vida política". El ministro de Economía habló acompañado por su esposa Malena Galmarini y por dirigentes de los distintos campamentos oficialista. La derrota deja a un peronismo caído que, una vez más, deberá barajar y dar de nuevo para reacomodarse. 

No fue el día de Sergio Massa. "Él y Malena están bien, todavía un poco golpeados, pero enteros", comentó a MDZ una fuente del massismo cercana al ministro de Economía. "Nadie se la vio venir", analizó y remarcó el resultado en la provincia de Buenos Aires, donde el peronismo apuntaba a ganar por encima del 60% y sacó sólo unos puntos por encima del 50%.

"Le hemos planteado al presidente electo y al presidente de la Nación la responsabilidad de mañana mismo poner en marcha mecanismos de enlace y transición de recambio democrático", señaló. Y planteó que esto debe ser "para que los argentinos en los próximos 19 días no tengan ni dudas ni incertidumbres respecto del normal funcionamiento económico, social, político e institucional".
Mientras el ministro hablaba, el público reaccionaba. Un hombre desconsolado por el dolor que le generó la victoria de Javier Milei empezó a gritarle a Massa mientras lloraba. En ese momento se acercaron algunos militantes para contenerlo pero el hombre insistía: "¡Con los genocidas y asesinos, no!". Algunos dirigentes se acercaron a intentar calmarlo. Después llegaron personas de seguridad y lo corrieron. Revoleó algunas piñas y le dio un golpe a una puerta de metal.

"¿Por qué gritaba con tanto desconsuelo?", le preguntó MDZ a un funcionario que se iba a del búnker. "Hace 10 días recibió una caja con los huesos de su padre, que fue torturado y desaparecido por la dictadura", contestó.

El tigrense tuvo la habilidad discursiva de no darle demasiado lugar y seguir. "Esta jornada de hoy ratifica una cosa frente a tanta discusión o desvaloración. La Argentina tiene un sistema democrático fuerte, sólido y que, además, es transparente y respeta los resultados", indicó.

La intimidad de un día poco feliz

Massa llegó al búnker a las 19, acompañado por sus dirigentes más cercanos, con caras largas que anticipaban los malos resultados que llegaban de las provincias. Una vez dentro, se recluyó en unas oficinas que tiene el Complejo C, ahí estuvo con Agustín Rossi, Juan Manuel Urutbey, Cecilia Moreau y Axel Kicillof. Los resultados que llegaban seguían siendo malos.

El resto de los voceros esperaba en una carpa. Los resultados que llegaban seguían siendo malos. Habló Matías Lammens, Paula Penacca, Cecilia Moreau y Jaime Perczyk. Llegaban telegramas de Santa Fe que daban 20 puntos de diferencia, de Córdoba, donde el libertario rompía el techo de los 70 puntos, de Tucumán, donde La Libertad Avanza quedó primero. Y así con cada una de las regiones.

El ministro de Economía anunció que cambia su carrera política a partir de la derrota.

En los alrededores del búnker la militancia llegó temprano y con entusiasmo. Se posicionaron con banderas de Uocra, Camioneros, Petroleros, UPCN. Y también de movimiento sociales como Movimiento Evita, UTEP entre otros. Afuera había un escenario con parlantes que no se usó.

Massa se recluyó en la intimidad de su familia y de los dirigentes que lo acompañaron hasta acá. Estaba Juan Grabois, Máximo Kirchner, Horacio Pietragalla, Axel Kicillof. Pero también su familia, Malena Galmarini, y sus hijos Tomás y Milagros. En la terraza del tercer piso, la misma que se vistió de fiesta la noche del 22 de octubre, algunos dirigentes salían a tomar algo de aire, y charlar con la militancia que todavía seguía para las 22 en el búnker.

"Era uno de los escenarios posibles, el mapa de tercios podía terminar con esto, y fue lo que pasó", analizó una alta fuente de La Cámpora. "A Sergio no hay nada que reprocharle, él más que nadie quería ganar" e hizo todo para que eso ocurra. También sostuvo que "la reconfiguración del mapa político también va a llegar al peronismo".

A las 21.53 Sergio Massa entró a un ascensor, saludó con una sonrisa que ya no tenía la picardía con la que se lo suele ver y se fue. En la camioneta oficial con la que movió durante toda la campaña, saludó y levantó el pulgar. "Mañana será otro día".