Dentro del abanico de empresarios que dialoga habitualmente con la Secretaría de Comercio o el Ministerio de Industria, un representante sectorial afirmó que un objetivo central del nuevo sistema es “limitar el ingreso de liquidaciones de mercadería del exterior, detener la utilización de empresas golondrina y la multiplicidad de importadores fantasmas”.

Los productos, según las fuentes privadas, son traídos al país por lo que los fabricantes locales llaman en la jerga los importadores golondrina, conformados por grupos de cinco a diez personas físicas, que vienen y se van al ritmo de la tasa de cambio, y otros factores como fechas clave: Día del Niño, Día de la Madre y fiestas navideñas.

Una práctica común son los bienes, en su mayoría fabricados en China y de marcas desconocidas, que bajan de los contenedores ocasionalmente y se ofrecen a precios muy atractivos para los consumidores. Aunque la mira también está puesta en todos los países del Sudeste Asiático, la India o Pakistán. Algunos sectores industriales ya trazan proyecciones, si las nuevas medidas tienen éxito con la implementación de las normas, y se refieren a una creación de empleo, creciente año tras año.  
El precandidato presidencial, Daniel Scioli, se encamina la fijación de barreras fitosanitarias para las maderas; control de los ftalatos o esteres de ácido en la tela vinílica (considerados como contaminantes en alimentos, aire, suelo y sedimentos), y etiquetado cosido a la prenda y en español, con número de CUIT del fabricante/importador.

Los fabricantes de anteojos, por ejemplo, están trabajando en una norma de calidad similar a la utilizada en Europa. Norberto Fermani, presidente de la Cámara Argentina de Industrias Ópticas (Cadioa), explicó que están trabajando “en un proyecto para que normas de calidad regulen la fabricación y comercialización de anteojos y productos ópticos en Argentina, y para ello estamos usando un modelo que se aplica en España”. 
De acuerdo con los datos de la cámara, 5 millones de anteojos se venden en el país, y el 50% son importados “y no tenemos una norma que asegure qué anteojos son de calidad”, afirmó el directivo.

En los borradores iniciales, se plantea la posibilidad de obligar a importaciones de bienes de consumo a que obtengan certificados de organismos públicos, como el IRAM o INTI, que comprueben el cumplimiento de todas las reglamentaciones vigentes en el país. Esos trámites podrían acelerarse o demorarse en función de las decisiones comerciales, en plazos equivalentes a los que hoy se toman para liberar las DJAI.

En el caso de productos vinculados a la alimentación, también deberían pasar por organismos como ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) o el INTA, en busca de certificados que habiliten el ingreso al país.