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EDUCACION

19 de abril de 2018

Cuando los hijos son los que maltratan

Un niño agresivo no nace de la noche a la mañana.

Educarle correctamente desde pequeño marcándole una serie de normas y límites nos evitará muchos problemas cuando alcance la edad preadolescente.

Las causas

Normalmente agredimos cuando nos sentimos atacados. Si lo que percibimos lo sentimos como una amenaza y no sa­bemos canalizarlo de otra manera más que con la violencia, surge el maltrato, explica Nano López, coach especializado en adolescentes. Lo complicado es en­contrar el motivo de esa conducta agre­siva para poder tratarla.

Prevenir a tiempo
"Educar a los  niños desde pequeños para controlar sus emociones es la he­rramienta de desarrollo adecuada para evitar que se conviertan en jóvenes vio­lentos", explica la profesional de la salud Deanna Marie Manson. 

Esto se consigue mediante el uso de técnicas de disciplina no violenta, ense­ñándoles que la frustración existe pero que no hay que canalizarla a través de un comportamiento agresivo, sino po­niendo palabras a sus sentimientos y sabiendo aceptar de manera pacífica sus contratiempos. Con un año de edad ya debemos educarle en este sentido.

"Educar a los niños desde pequeños para controlar sus emociones es la he­rramienta de desarrollo adecuada para evitar que se conviertan en jóvenes vio­lentos"
El entorno
Los pequeños que crecen en un clima en el que se practica el castigo físico son más propensos a comportarse de ma­nera violenta porque no han aprendido a autocontrolarse de forma calmada ante una situación que les resultaba in­cómoda, sino que les mueve el miedo a ser castigados.

Además, aquellos niños sin supervisión adecuada, los que viven en hogares en los que los padres están ausentes, los que se relacionan con amigos que sus proge­nitores no conocen y aquellos que están expuestos a la violencia (tanto real como virtual, a través de la televisión o los vi­deojuegos) son más propensos a desa­rrollar comportamientos violentos.

Cómo actuar
Los niños violentos (o que muestran características violentas) tienen un problema de desarrollo, en muchas ocasiones derivado de la falta de normas y límites en su casa. Los padres deben buscar la ayuda de un especialista que les marque un plan de actuación en el hogar y que les enseñe nuevas técnicas de paternidad que mejoren el comportamiento de su hijo. Esto pasa por recordarle constantemente las normas de la casa dentro y fuera de ella. Éstas deben ser pocas pero muy claras.

Los padres necesitarán aprender a comportarse de manera diferente con su vástago, a conocer qué actividades son las apropiadas para él (por ejemplo, limitar videojuegos violentos) y saber cómo poner límites y mantenerlos. Es fundamental que conozcan cómo controlarle y supervisen la relación que tiene con sus amigos. Deberán aprender nuevas maneras de impartir disciplina sin violencia física, saber lo que pueden esperar de su hijo y responsabilizarle de sus actos.

Cuanto antes se trate el problema, mejor. Si los padres identifican comportamientos agresivos en el crío, ya sea hacia otros niños, hacia adultos o hacia animales, deben buscar ayuda inmediatamente. El primer paso es hablar con el pediatra para una primera evaluación y para que indique los siguientes pasos.

A medida que el niño vaya mejorando, es importante premiarle por su buen comportamiento. Si los padres no refuerzan las actuaciones positivas, no se conseguirá el cambio de conducta que esperan en el niño.

Puede derivar en violencia de género
Cualquier persona con problemas de violencia, independientemente de si es hombre o mujer, puede acabar envuelta en violencia de género. La agresión física o verbal de los padres solo puede tener consecuencias negativas en su hijo. Un niño violento es el reflejo del comportamiento que recibe o visualiza en su entorno. No debemos favorecer la agresión.



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