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CULTURA

1 de julio de 2016

Camino al Bicentenario de la Patria: Del fogòn hogareño a la guerra

En el recuerdo de mujeres comprometidas, emprendedoras, solidarias, patriotas, de ayer, hoy y mañana, en el año de bicentenario no se puede dejar de destacar a mujeres como Macacha Güemes,Mariquita Sánchez, Manuela “la tucumana”, Josefa Ezcurra, Juanita Pueyrredón y entre otras anónimas que acompañaron a aquellos revolucionarios y la heroína más grande de la independencia.

Al hablar de las mujeres debemos considerar el coraje y la decisión, la inteligencia y la altura, la capacidad sistémica y orgánica para apoyar las acciones emancipadora. Ellas fueron entre otras Macacha Güemes, Juana Moro, Martina  Silva, Maria Gertrutis Medeiros Martinez de Fernandez Cornejo, María Loreto Sanchez Peón de Frías, Camen Puch y otras tantas anónimas, que a su modo, y de acuerdo a sus posibilidades, ayudaron a que aquel gran Plan Continental, que permitiera asegurar la independencia de toda Sudamérica, llegara a concretarse exitosamente.

 

Macacha Güemes personificó a las mujeres salteñas en la guerra por la Independencia que abandonaron su tranquilo rol de esposas y madres para luchar codo a codo con los varones por la libertad de nuestra patria.

 

Mujeres que sintiendo la necesidad de que sus hijos crecieran en una patria libre e independiente, no dudaran en transgredir ciertas reglas sociales de la época, en las que el rol de la mujer era muy limitado. Y si embargo, demostraban su capacidad, su valentía, su valía de estrategas y por sobre todo la pasión y el coraje para concretar y realizar aquellos ideales patrióticos.

Estas mujeres tenían a sus padres, a sus maridos, a sus hijos, a sus hermanos sirviendo en los ejércitos patriotas, circunstancias todas que dieran por resultado que se convirtieran en espías constantes y celosas en un sistema organizado de información, pues desafiaban los peligros y penalidades que eran propias de una ciudad sitiada. Cuentan, que las ingeniosas actividades de espionaje que realizaban estas mujeres, tenían numerosos métodos, por ejemplo llevaba ocultos mensajes y comunicaciones en el ruedo de sus polleras.

En Salta se necesitaba una comunicación casi diaria sobre lo que ocurría en la plaza. Se ideó establecer entonces una estafeta muy singular en las afueras de la cuidad, así, en el tronco de un árbol copioso que crecía en la ribera del río Arias se hizo un hueco a manera de buzón de modo que se pueda introducir la mano. Una vez que se dejaba la comunicación en un papel camuflado quedaba el hueco cubierto con una tapa de la misma corteza.

Era común en ese entonces enviar a las criadas al río para el lavado de la ropa, estas criadas fieles a sus señoras y entusiastas patriotas, conducían con la ropa o el cántaro, los papeles de la correspondencia que eran puestos en el árbol sin ser vistos.

A fin de conocer el número de tropas con que contaba el enemigo, una mujer humilde y menesterosa, aparecía por las calles ofreciendo pan que ella misma hacía. De esta manera tenía acceso a los cuarteles del rey, siempre a la hora en que se pasaba lista a la tropa. No siempre estas mujeres eran diestras para contar y para no equivocarse, llevaban en el bolsillo de sus pollera una cantidad de maíz y dos bolsitas vacías colgadas en la cintura (tal era el sistema de contabilidad).

Sentadas allí con su pan en el patio del cuartel, en la plaza o en la calle iba echando el maíz en la bolsita de su derecha por cada soldado que respondía presente, haciendo lo mismo con la de la izquierda cada vez que se respondía ausente. Se lograba de esta manera saber el número exacto de enemigos existentes en aquel sitio, esta operación se repetía cada vez que llegaban refuerzos del Perú, comunicando el resultado al jefe patriota Gral. Güemes. Esta operación se llevaba a cabo tanto en Salta como en Jujuy: Doña Loreto Sánchez de Peón de Frías fue siempre una espía destacada que tuvieron los españoles cuantas veces bajaron a las provincias argentinas desde 1814.

Estas señoras que constituían lo descollante en el grupo de patriotas, eran acompañadas por un importante número de mujeres de la plebe. Es así que entre estas distinguidas damas estaba doña Magdalena Güemes de Tejada que al decir de Vicente Osvaldo Cutolo era una Patricia popularizada en la historia bajo el nombre de “Macacha”. Nació en Salta el 11 de noviembre de 1787, hija de don Gabriel de Güemes y Montero, tesorero de la Real Hacienda en la Provincia, y de doña María Magdalena de Goyechea y de la Corte. Era la hermana del general Martín Miguel de Güemes de quien fue singular colaboradora. Recibió la educación habitual para las mujeres de su época y posición, además del ejemplo moral que su familia le brindaba.

Decidida en la lucha contra los realistas actuó en política con gran acierto. Era de carácter dulce y placentero, sabía hacerse querer. Tenía el mismo trato amable tanto para la gente encumbrada como para la humilde, por que era una dama de gran corazón que llenó de clemencia el difícil gobierno de su glorioso hermano en los momentos de mayor furor de las pasiones políticas. Bernardo González Arrili comenta que Macacha salvó más de una vida, aunque no fuese de su bando, refugiándolos en su casona central, y enviándolos disfrazados a su finca, ideando fugas nocturnas y novelescas, cuya descripción detallada no desdeñaría ningún narrador de aventuras.

Dicen que en momentos de apuro montaba a caballo y recorría las filas, arengando a las tropas. Frente a los escuadrones gauchos “gaucheaba” sin titubear, de niña cabalgaba en pelo, criada en el campo conocía sus hombres y sus árboles, el mensaje del viento, sus costumbres y sus voces. Según Roberto Vitry, el general José María Paz en su libro “Campanas de la Independencia” (Memorias Póstumas) la describe como mujer ambiciosa, intrigante y animosa dotada de garbo y hermosura.

El 24 de octubre de 1803, con solo 16 años fue desposada por don Román Tejada. Su acción a favor de la causa patriota se inició después de la Revolución de Mayo, cuando convirtió su casa en taller de confección de uniformes para los soldados de la partida de observaciones organizada por Güemes. A partir de entonces fue la más interesada en colaborar, pues supo sacar partida de su notable inteligencia y posición para realizar tareas arriesgadas, especialmente cuando los realistas ocupaban la ciudad de Salta y el Gral. Güemes los combatía con todos los medios a su alcance. Puso al servicio de su hermano su gran habilidad política, especialmente en los momentos más difíciles, como en 1815, cuando gracias a sus gestiones se llegó a la paz de los Cerrillos, luego de la delicada situación surgida entre Güemes y Rondeau.

Macacha luchó codo a codo junto a su hermano y con su madre fueron eficaces propulsoras de la causa patriota en el norte, como dije antes, interviniendo personalmente en los actos públicos y de guerra.

Imagen: En este detalle de parte posterior del pedestal del Monumento a Güemes y al pueblo salteño, en nuestra provincia,aparece toda una familia comprometida en la lucha.

Hacía finales del siglo XX y principios del XXI el estado argentino ha promovido la igualdad de los sexos con la adhesión a tratados internacionales y la aprobación de leyes. 

 

Fuentes:

Cabrera, Ana María. "Macacha Güemes"Bs. As. Grupo Editorial Planeta Emecé. 2011 
Vitry, Roberto."Mujeres Salteñas", Salta, Editorial Hanne. 2000, pp. 139-140. Frías, Bernardo. "Historia del General de Güemes", Tomo I – Página 482. CORNEJO, Atilio. “Historia de Güemes”. Segunda Edición. Salta, 1971.

 



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