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ECOLOGIA

3 de diciembre de 2016

Crean envases biodegradables hechos de yerba mate y mandioca

A partir de ambos ingredientes naturales, científicos de Argentina y Venezuela desarrollaron un material biodegradable comestible que podría preservar alimentos.

Un material plastificante ecológico hecho a base de extractos de yerba mate y almidón de mandioca fue desarrollado por un equipo de científicos de Argentina y Venezuela.

 

“Es un film transparente formado por gel de almidón de mandioca y extracto de yerba mate, que le da una leve tonalidad que filtra en parte la luz; y tiene una permeabilidad tal que hace que el alimento no intercambie de manera tan fácil la humedad y el oxígeno del ambiente que afecta mucho a la oxidación y al deterioro del producto”, describe Lucía Famá, desde el Laboratorio de Polímeros y Materiales Compuestos, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.



“A partir de diferentes experimentos demostramos que ese material podría ser útil para envases o recubrimientos de alimentos”, señaló a la Agencia CyTA-Leloir la autora principal del estudio, Carolina Medina Jaramillo, quien desarrolla su proyecto doctoral en dos centros de la UBA: el Instituto de Tecnología en Polímeros y Nanotecnología (ITPN) de la Facultad de Ingeniería y el Laboratorio de Polímeros y Materiales Compuestos (LP&MC) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.
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Imagen de mandiocas
La científica del CONICET explicó que el material evita la oxidación y aumenta la vida útil de los alimentos, “al mismo tiempo, contribuye a mejorar el medio ambiente debido a que es un material comestible y biodegradable”.

Los investigadores usaron un extracto de yerba mate como aditivo plastificante en la elaboración de un material biodegradable a base de almidón de mandioca, que podría servir como envase o film protector de alimentos. El producto obtenido “es menos permeable al vapor de agua, repele mejor el agua, tiene buenas propiedades mecánicas para el uso requerido y se degrada más rápido en suelo”, afirmó Medina Jaramillo. El gusto de la yerba tampoco se transfiere al producto envuelto.

Los autores, que describieron el avance en la revista “Carbohydrate Polymers”, observaron que el material se descompone por encima de los 250 °C. En la actualidad, los investigadores están realizando ensayos de aplicación del material en recubrimientos y envases para diferentes tipos de alimentos, como frutas, hortalizas y carnes. Al mismo tiempo, están ensayando la adición de nanopartículas “para reforzar las propiedades mecánicas con miras a aplicaciones de embalaje”, puntualizó Medina Jaramillo.


Del estudio también participaron las doctoras Silvia Goyanes, Celina Bernal y Lucía Famá, del CONICET y de la UBA, y Tommy Gutiérrez, de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas.

 

A escala

 

Totalmente biodegradable, con características de flexibilidad y antioxidantes que retrasa el deterioro del producto por el paso del tiempo, este envoltorio además se puede comer. “A la hora de hacerlo comestible, como este envoltorio pasa de mano en mano debe colocarse otra película para aislarlo”, aclara.   Con una película en sus manos que muestra características auspiciosas, el equipo en este momento está trabajando en cómo lograr hacer los números para que su producción en serie logre alcanzar el mercado. Ya han hecho los cálculos del costo. “Sabemos qué lleva, cuánto lleva, cuánto se gasta en energía, etc. Un rollo de 40 centímetros de ancho por un metro de largo sale 17 pesos hecho de modo artesanal, la idea es abaratar los costos haciendo una producción a gran escala”, indica.   Rollos de cocina como los habituales que se usan para el hogar, y también envoltorios para industrias dedicadas a los envases de alimentos son dos de las posibilidades estudiadas. “La frutilla –ejemplifica- se oxida rápidamente. Bolsas selladoras al vacío para colocar procesados de pulpa de este fruto -que se usa en tragos- es una opción posible”.

Las alternativas son muchas. Y los científicos tuvieron en cuenta un elemento clave. “La idea es que la industria de envases utilice sus mismas maquinarias, y metodología existente para poder producir estos envoltorios. Sólo debe reemplazar los insumos que hoy usa, por los nuestros. Estamos estudiando para poder hacerlo a escala industrial”, concluye.

Fuente: Nexciencia (Facultad de Exactas de la UBA)



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