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EDUCACION

18 de febrero de 2017

¿Cuáles son las razones del fracaso escolar de nuestros hijos?

Profundizamos en las causas de este problema, pero también queremos ver las posibles soluciones con la ayuda de un experto en la materia

El fracaso escolar se ha convertido en uno de los grandes caballos de batalla de nuestro país. No en vano el porcentaje de alumnos que abandona la escuela prematuramente se sitúa por encima del 20%. Pero, ¿por qué?, ¿qué es lo que estamos haciendo mal?, ¿por qué se desmotivan nuestros hijos? Para intentar arrojar luz sobre estas cuestiones, hemos hablado con Oscar González, profesor de educación primaria, fundador de Alianza Educativa y director de la Escuela de Padres con talento y Educar con talento. Además de ser Premio Magisterio 2013, ha publicado recientemente un libro con el que quiere contribuir a ayudar a los padres y profesores en la difícil, pero también apasionante tarea de educar a los niños: 365 propuestas para educar (Ed. Amat), toda una declaración de intenciones.

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Las estadísticas que año tras año elaboran en Argentina sobre el fracaso escolar en América Latina son francamente pesimistas con respecto a Europa, puesto que según estos datos estamos a la cabeza de los países con las más altas tasas de fracaso escolar y abandono prematuro de los estudios. Hay una cierta tendencia a poner todo el peso de ‘la culpa’ en el sistema educativo, ¿es esto correcto?

 

Es correcto siempre y cuando al referirnos a Sistema Educativo no dirijamos nuestra mirada culpabilizadora únicamente a la escuela y los profesores porque cuando hablamos de Sistema Educativo damos menor importancia a la palabra más importante: SISTEMA y ahí todos tenemos en mayor o menor medida nuestro grado de responsabilidad: docentes, familias, la administración, etc. No olvidemos que el corazón de un Sistema Educativo son los valores de la sociedad. Por este motivo, un fracaso escolar es un fracaso social.

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¿Cuáles son, en su opinión, las causas objetivas de que en Argentina tengamos estas tasas tan elevadas de fracaso escolar?

Hay numerosas causas que hacen que tengamos tasas tan elevadas de fracaso escolar. Enumero algunas:

Dificultades propias de los estudiantes: un elevado porcentaje de casos de fracaso escolar se debe a dificultades como la dislexia o el déficit de atención (con o sin hiperactividad). De ahí la importancia de su detección temprana.


Dificultades socioeconómicas: Hay que destacar que existen estudios que revelan una relación directa entre el nivel socioeconómico de las familias y el rendimiento de los hijos en la escuela.


La falta de complicidad entra la familia y la escuela. Debemos actuar conjuntamente formando un auténtico equipo educativo.


La inestabilidad del Sistema sujeto siempre a los vaivenes políticos. No podemos vivir en una reforma permanente del Sistema. Necesitamos un consenso básico, una estrategia a largo plazo y muchísima paciencia.


En esencia seguimos instalados en un sistema propio de la era industrial pero vivimos en un mundo cambiante, globalizado y de gran complejidad que demanda innovación y espíritu emprendedor. Necesitamos una transformación del sistema para que nos ayude en esta tarea.


Buscamos resultados inmediatos para combatir el fracaso escolar y esto nos conduce a tomar medidas improvisadas que no nos dejan avanzar.


Causas pedagógicas: desconocimiento de técnicas de estudio, etc.
Otras causas: la selección y formación del profesorado, la excesiva burocracia, la crisis de autoridad, etc.

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Hay expertos que afirman que en Argentina, en la enseñanza obligatoria, se suspende demasiado, y ello impide que los estudiantes progresen hacia la educación posobligatoria. ¿Está de acuerdo con ello?

No creo que se suspenda demasiado y habrá que analizar qué estamos haciendo mal para que estos estudiantes no progresen hacia esa educación posobligatoria. Lo que no podemos permitir es que en la educación obligatoria se pueda pasar de curso con una gran cantidad de asignaturas suspendidas… ¿qué mensaje estamos transmitiendo a nuestros alumnos?

¿Está a favor de un cambio en el sistema de evaluación para evitar que los niños se desmotiven?

Efectivamente, porque con el actual sistema de evaluación estamos preparando a nuestros alumnos para que aprueben exámenes pero no los estamos preparando para la vida, que es lo realmente importante. Aprender no es aprobar exámenes. El mejor alumno no puede ser “el mejor repetidor de lo que dice el profesor”.

¿Qué propone usted?

Propongo una evaluación continua de verdad e integral, que contemple no solo los resultados de una prueba o examen y que se aplique al contexto real del aprendizaje. Además, podríamos llevar a cabo múltiples pruebas de diversa tipología: autoevaluación, evaluación por parte de los propios compañeros, etc. De esta manera el alumno es en todo momento “constructor” de su propio aprendizaje y la función del profesor no es evaluar y poner una nota sino empoderar al alumno y servir de guía en este proceso. Ya existe algún centro trabajando en esta línea en España con un método educativo importado de Harvard.

En su libro defiende que no podemos estar en un sistema que ‘entrena’ para aprobar exámenes. Usted defiende que hay que trabajar el aspecto emocional de los niños para que ellos lleguen a ser conscientes de que ellos son algo más que una nota numérica. Y eso está muy bien, pero ¿hasta qué punto esto es un planteamiento realista cuando vivimos en una sociedad en la que o compites y eres el mejor o te quedas fuera de juego?

Como muy bien decía Ortega y Gasset “De nada sirve que el entendimiento se adelante si el corazón se queda”. De nada sirve todo el conocimiento que podamos adquirir si luego somos “analfabetos emocionales” incapaces de mostrar nuestros sentimientos a los demás, de ponernos en el lugar del otro, etc. Vivimos en una sociedad excesivamente competitiva y es precisamente por este motivo que necesitamos educar a nuestros hijos y alumnos para que crezcan emocionalmente sanos. Educarles en que compites pero no contra los demás sino contra ti mismo: el reto no es ser el mejor sino ser mejor que ayer. Eduquemos en las fortalezas: que aprendan a tolerar la frustración, a saber esperar, a saber ganar y a encajar las derrotas y contratiempos de la vida. Esa es la esencia de la educación. Si educamos para que sean los mejores estaremos perpetuando la sociedad que tenemos hoy, donde todo vale con tal de ser el primero, donde el fin justifica siempre los medios, ¿es ese el futuro que queremos para las generaciones venideras?

En su opinión, ¿cuáles son los pilares básicos sobre los que se tiene que asentar el aprendizaje del niño, del estudiante?

Considero que estos son los pilares fundamentales:

La atención.
La memoria.
El lenguaje.
La inteligencia (o inteligencias)
La creatividad, para solucionar problemas.
¿Qué referentes necesita un alumno para facilitar su educación y no se desmotive por el camino?

El principal referente son sus padres, sobre todo, en los primeros años. Posteriormente y a medida que va creciendo va adquiriendo mayor importancia el grupo de amigos.
La mejor manera de motivar a los niños es:

Dedicarles tiempo y escuchar todo aquello que nos cuentan al regreso de las clases.
Dar mucha importancia a sus preguntas escuchando activamente a todo aquello que nos quieren decir.
Ofrecerles respuestas acordes a la edad que tiene el niño.
Algo muy importante: permitir que se equivoquen y que aprendan que el error es una oportunidad para aprender y crecer.
¿Qué importancia tiene la familia?

El papel de la familia es fundamental. Por este motivo es necesario que formen “equipo” con los profesores. Para que esto ocurra es necesario que desde la escuela valoremos el papel de los padres y abramos las puertas para que puedan colaborar y participar.

¿Los padres están preparados para poder apoyar y hacer un seguimiento de la educación de su hijo o lo delegan todo en la escuela?

Están preparados en su gran mayoría, lo que ocurre es que también hay una minoría “ruidosa” que delegan su responsabilidad en la escuela. Pero en su gran mayoría están preparados y comprometidos con la educación de sus hijos. Lo que sí que hay que tener en cuenta es que los padres no son profesores de sus hijos, pero sí pueden ayudar, animar, motivar, elogiar y reforzar el trabajo que hacen sus hijos. Siempre doy un consejo a los padres: “no pongas el énfasis en el error pues magnificamos el fracaso y pon el foco en lo que hace bien tu hijo. Ayúdale a superar sus debilidades y reforzar sus fortalezas”.

¿Qué papel juega la memoria en el aprendizaje? Se lo pregunto porque en los últimos años ha habido tendencias pedagógicas que se muestran contrarias a que los niños memoricen. Pero algo de memoria tiene que haber, ¿no?

Así es, como muy bien afirma José Antonio Marina: “No hay nada más tonto que decir que la memoria es la inteligencia de los tontos. Es, en realidad, la condición imprescindible para todas las funciones de la inteligencia. Todo lo que esta hace lo hace a partir de la memoria”. Tiene más importancia de la que realmente le estamos dando…

¿No cree que se está exagerando un poco con este tema?

Se está exagerando y mucho. Debemos ayudar a que el alumno aprenda a construir bien su propia memoria (no solo la de conocimientos sino también la de procedimientos y hábitos). Es la base del aprendizaje. Tener buena memoria significa aprender y recordar con mayor facilidad. Un niño con buena memoria aprenderá más rápido, recordará más detalles y disfrutará del proceso de aprendizaje. Por tanto, debemos trabajar y ejercitar la memoria.

Deberes sí o deberes no. Una cuestión polémica porque también últimamente han surgido muchas opiniones de expertos que apoyan que los niños no deberían trabajar en casa. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Deberes sí pero con matices. No soy partidario del eliminarlos al 100% es decir, lo ideal sería iniciarlos en la escuela y destinar un tiempo para poder terminarlos allí. En el caso de que esto no ocurra el niño no debería invertir más de media hora para hacerlos (en primaria).

Es necesario que exista una coordinación entre el profesorado para que no se produzca una acumulación de tareas. Lo que sí estoy en contra es de los deberes abusivos que impiden al niño disponer de tiempo para jugar, realizar tareas extraescolares, etc. Si los convertimos en una carga para el niño los deberes acaban matando su deseo de aprender.



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