EDUCACION
21 de febrero de 2017
Solo el 32% de los alumnos argentinos termina el secundario estatal
La proporción sube a casi 62% en los colegios privados
Dos de cada tres adolescentes argentinos que ingresan a una escuela secundaria pública no llegará a completar el quinto año. Si, en cambio, estudian en una privada la proporción será la inversa. Las cifras surgen de las estadísticas que cada año realiza el ministerio de Educación y son evidencia de la desigualdad educativa en un país que fue faro regional en la materia. El Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA), dependiente de la Universidad de Belgrano, sacó conclusiones cuantitativas con un ejercicio simple: tomó el número de alumnos que ingresaron en 2009 y los comparó con aquellos que completaron el ciclo en 2014. La elección arrojó resultados contundentes. Pero desde el kirchnerismo, en el poder durante el período analizado, relativizaron el impacto de las cifras y llamaron a abordar el tema “en toda su complejidad”.
La educación secundaria es obligatoria en Argentina desde 2006, cuando se aprobó la nueva Ley de Educación Nacional, un cambio de paradigma que provocó el ingreso al sistema de más de 476.000 alumnos. El estudio del CEA intentó determinar si la obligatoriedad, y el consiguiente aumento de la matrícula, que subió 14%, provocaron también una mayor igualdad educativa. La respuesta fue negativa, al menos bajo la lógica elegida para el análisis. En 2009 ingresaron 612.000 alumnos a las escuelas públicas y el número de egresados cinco años después apenas superó los 195.000, equivalente al 31,9% de la cifra inicial. En los colegios privados la relación fue la contraria: 193.000 ingresos en 2009 y 120.000 egresos en 2014, o el 62% de los alumnos.
"La gran desigualdad es una característica central de nuestra escuela secundaria; que la graduación en las escuelas secundarias privadas sea casi el doble que la de las estatales es una señal de alerta", escribió en el informe el director del CEA, Aleto Guadagni. “Los alumnos inscriptos en primer año en colegios secundarios privados fueron apenas un 24% del total, pero estas mismas escuelas aportan nada menos que un 38% de los graduados", dice el investigador.
La educación es un tema que alimenta debates calientes en Argentina. El año pasado, el país quedó fuera del informe PISA, la mayor prueba mundial de calidad educativa, luego de que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) considerara que la muestra otorgada en 2015 “no cubría la población objetivo, debido a la potencial omisión del marco muestra”. Desde el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner atribuyeron esos cambios a que hubo una reestructuración del sistema que provocó la “desaparición” en términos administrativos de miles de escuelas primarias y secundarias que se fusionaron. Por eso los cambios en el listado. Para el macrismo, en cambio, nada fue casualidad y atribuyeron las omisiones a la necesidad de mejorar los resultados de la prueba con una selección arbitraria de colegios. Lo cierto es que Argentina pasó del 37 en el ranking de 2000, el primer PISA, al 59 en 2012. La calidad de la educación pública está en la raíz del debate y los números analizados por el CEA no han hecho más que activarlo.
“Lo que hace [el CEA] es desconocer el contexto. Son obsesivos de la evaluación ajustada al modelo OCDE para que la escuela sea un entrenamiento para los exámenes estandarizados”, dijo Gabriel Brener, ex subsecretario de Calidad Educativa durante el kirchnerismo. “Hasta 2006 la secundaria no era para todos”, recuerda Brener, “y en 130 años de una secundaria excluyente no es sencillo que la subjetividad de los maestros se cambie, porque eso no se hace por ley. Hay un pensamiento conservador que desconoce esos aspectos y dicen ‘el populismo los metió a todos y los pobres no saben escribir’, y es complejo explicarle a la gente de la calle que antes la educación no era mejor”.
Un estudio realizado por la Confederación de Trabajadores de la Educación (Ctera), replicó las mismas tasas de egresos que el CEA, pero destacó la progresión histórica de esas cifras, con el énfasis en la cantidad de jóvenes escolarizados. “En la década del 60 sólo el 16% de la población de 18 a 29 años tenía el secundario completo, en 1991 el porcentaje era del 33% y actualmente es del 65%”, dice el texto de la central sindical. Con todo, la relación de matriculados en escuelas estatales y privadas se ha mantenido alrededor del 75% a favor de las primeras desde al menos 1996, cuando se elaboraron estadísticas comparables. Esa diferencia complica cualquier análisis, en opinión de Luz Albergucci, exdirectora de Información y Estadística Educativa durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. “En un país donde tenés el 70% de escuelas estatales hay un tema de universo distinto. Es una cuestión de peso. Si analizás un país con 50% y 50% las cifras son creíbles, pero acá no son universos similares. Y en los cortes socioeconómicos el corte no es la escuela privada o pública, son las condiciones de vida”, dice Albergucci. “La tasa de egreso, además, indica que el Estado ha mejorado con respecto a la escuela privada. Siempre fue grande la brecha, pero no es menor decir que se haya achicado”, explica.
El gobierno de Mauricio Macri siempre criticó con dureza la política educativa del kirchnerismo, sobre todo por estadísticas como las que destacó el informe del CEA. Y ha prometido cambios estructurales. El primero será el regreso del país a las pruebas PISA, luego de años de conflicto entre esos exámenes y el kirchnerismo.
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