Sábado 23 de Noviembre de 2024

Hoy es Sábado 23 de Noviembre de 2024 y son las 01:49 -

20°

SALTA

EDUCACION

20 de junio de 2017

Los secretos del diario de viaje de Manuel Belgrano a Rosario

Los revelan ocho carillas que rescató para la Historia el recordado locutor Antonio Carrizo.

En ocho carillas se escondía una epopeya: el diario manuscrito que describía los pasos de Manuel Belgrano rumbo a su destino de gloria.

El documento no tenía firma, pero sí huellas indudables de su autor, un jefe militar que pedía compromiso a los suyos, seguir adelante pese a las dificultades y no dejarse vencer por la sed del camino hacia las barrancas de Rosario.
Eran hojas que se podían haber perdido para siempre y que salían a subasta pública, aunque muy pocos sabían el valor que tenían.

Uno de los que sí tomó dimensión del acontecimiento se presentó ante el rematador con traje, boina y corbata. Era Antonio Carrizo, celebridad de la radio y la televisión, coleccionista de libros, de grabaciones de sus diálogos con Jorge Luis Borges y hasta de figuritas. Para él, había objetos tenían un valor agregado por su importancia histórica o popular y estos papeles que se estaba por llevar el viento, también.

Tras un puñado de ofertas, el locutor se convirtió en el mejor postor. Y se quedó con los papeles, hasta allí anónimos, que contenían un relato desconocido.
Era un diario manuscrito, que iba desde el 24 de enero al 7 de febrero de 1812, quince días de una época en que la Patria daba sus primeros pasos.

Lo escribía un hombre a cargo de inquietas tropas militares, preocupado por la provisión de agua y la disciplina de sus soldados.
Estaban a punto de partir a caballo desde Buenos Aires hacia Rosario, por los huellones de un camino de postas.

Los secretos del diario de viaje de Manuel Belgrano a Rosario

El militar escribió: “En la mañana del viernes 24 de enero se cargaron 16 carretas que nos señalaron con municiones, tiendas de campaña, vestuarios y útiles de las 10 Compañías del Regimiento, y asimismo la caja de los caudales y la de Capilla en el mejor orden posible, dejando señalada la hora de las 4 de la tarde para la reunión de la tropa en el cuartel a fin de emprender la marcha”.

La “fina y menuda letra”, las fechas, el rumbo, hicieron pensar a Carrizo que el documento pertenecía a Manuel Belgrano, entonces coronel del Ejército. El animador de televisión buscó confirmar de inmediato la autoría del diario. Y los historiadores no dudaron: “Es ciento por ciento de Belgrano”.
¿Qué decían esas páginas? Daban cuenta del viaje, por lugares aun hoy reconocibles.

El coronel Belgrano parte del solar donde hoy está el Colegio Nacional Buenos Aires. Manda a que avance primero el ganado y los proveedores de leña. Y hace un alto en “los Corrales de Miserere, para que se proveyera la tropa de agua y tomase aliento... después de media hora de descanso continuamos la marcha hasta el Campamento de San José”.

La parada es vigilada por centinelas y las tropas son bien alimentadas: “Se mataron ocho reses”, rindió cuentas Belgrano, que a su paso da información valiosa del contexto. Dice por ejemplo cuando llega al actual zona de Flores: “La Iglesia no está concluida. Son contados los edificios que hay de material. En las inmediaciones hay quintas con plantíos de durazno y algunas huertas. Es de admirar que la población no esté ni en razón de 10 a 1 con los bautismos”.

Los patricios son díscolos, discuten las órdenes, vienen de una rebelión, el Motín de las Trenzas, y están enojados por los castigos que recibieron se la superioridad, por ellos y por los que pagaron con su vida. Belgrano cuenta en el diario que les reparte los “Quadernitos de las Obligaciones del Soldado, para que lean en los ratos que les permita el servicio”. No alcanza. El Estado Mayor dicta nuevas penas para desertores e indisciplinados el 25 de enero y Belgrano se las comunica ese mismo día, cerca de “la Cañada de Morón”.

Al final de cada día, Belgrano cierra su diario con palabras virtuosas, cualidades que desearía transmitir. Son: “Constancia, empeño, celo, valor, espíritu, vigilancia, victoria, adelante, atención, energía, libertad, unión, fraternidad y concordia”.

El texto está poblado de datos históricos, inexplorados hasta su hallazgo por parte de Antonio Carrizo. El domingo 26, tras pasar el Puente de Marqués, sorprende así: “El tiempo amenazaba, pero felizmente no ocurrió novedad y, mejorada la noche, hubo retreta con la música, se cantó el himno patriótico y todos se retiraron después de un 'viva' general por la Patria”.

El historiador Ernesto Fitte detectó allí una pista que ni el mejor investigador había transitado: el Himno nacional aún no había sido creado, pues fue en mayo de 1813 que la Asamblea lo aprobó. “Es la noticia que más nos intriga del relato de Belgrano. ¿Qué canción pudo ser esa, citada como si fuera conocida por todos, y cantada en un acto con carácter oficial?”, se pregunta Fitte, antes de mencionar varias de las primeras manifestaciones poéticas dedicadas a la revolución.

Cuando Antonio Carrizo entregó el documento a la Academia Nacional de Historia, para su análisis, los estudiosos quedaron boquiabiertos: Era la voz de Belgrano y el relato de su camino hacia la fundación de la Bandera.

Se trataba de un texto único del rompecabezas argentino, que daba cuenta de la instalación de las baterías defensivas en las barrancas de Rosario. Y que se hubiera perdido si caía en manos equivocadas.

En el libro “Diario de marcha del coronel Belgrano a Rosario”, el historiador Fitte agradeció el “patriotismo” de Carrizo, a quien llamó por su nombre real, Antonio Carrozzi Abascal: “Es realmente un fascinante hallazgo documental ¡Qué lección de desprendimiento!”, elogió.

Carrizo ya no está, pero su misión histórica fue cumplida.
Fuente:Pablo Calvo



COMPARTIR:

Comentarios

Escribir un comentario »

Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!