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15 de abril de 2018

Francia basa el èxito educativo:Clases con menos niños y Examen oral

El ministro de Educación de Francia dice que hay que volver a lo básico: leer, escribir, sumar, restar, memorizar y cumplir con el dictado. Fue exitoso en la reducción de la desigualdad.

“No quiero tener las apariencias del progresismo, quiero tener la verdad del progresismo”. Eso dice el ministro de Educación de Francia, Jean-Michel Blanquer, con un interesante juego de palabras, cuando habla de la reforma educativa que lleva adelante en su país, y que Europa y el mundo miran con sorpresa.

El ministro, de 53 años, lleva un año en su cargo y es una pieza clave el gabinete del presidente Emmanuel Macron. Remarca que sus ideas están lejos del conservadurismo que le achacan sus adversarios. Su programa tiene metas simples –y para algunos, “revolucionarias”–, con una vuelta a las raíces, y haciendo pie en la ciencia y en el humanismo. Y con una fuerte impronta en los saberes elementales como base de los otros conocimientos.

Su programa se fundamenta, entre otras cosas, en las ciencias cognitivas. Por eso creó un comité científico de 21 expertos que asesora al Ministerio sobre cómo funciona el cerebro y qué medidas adoptar para avanzar en el aprendizaje.

Además de leer, escribir, sumar y restar, se apuesta a memorizar, a realizar cálculos mentales, a someterse a dictados de palabras y, también, a fomentar el respeto por el maestro.


A la vez, se busca achicar la brecha de la desigualdad que provocan las diferencias sociales. Es decir que todos los niños deben arrancar desde el mismo punto de partida, para que todos puedan llegar a la meta.

Ahí está la explicación a una de sus medidas estrella: la reducción de la cantidad de alumnos en el inicio de la primaria y la multiplicación de la cantidad de docentes. Hay 12 chicos por grado en los sectores más pobres de Francia.

Blanquer estuvo en Córdoba para participar de la Cumbre Académica de América Latina, el Caribe y la Unión Europea, en el marco del Centenario de la Reforma Universitaria, y recibir el título honoris causa que le otorgó la UNC. En una conferencia magistral que ofreció en la Sala de las Américas, el ministro habló sobre la necesidad de pensar la educación desde los paradigmas de la civilización actual, pero sin olvidar el humanismo y tomando a la ciencia como referencia.

El objetivo, insistió, es buscar el equilibrio entre tecnología y humanismo; entre el hombre y la máquina. “El hombre es la medida de todas las cosas: debemos conservar el planeta para que sea viable para el hombre”, puntualizó.

Blanquer conversó en exclusiva con La Voz y con el diario La Nación, y esbozó algunos de los ejes de la reforma educativa que está en boca de todos y que tendrá su primera evaluación el próximo mes de julio.

¿Cuáles son los ejes de la reforma que están implementando?

–En Francia, la educación debe tener en cuenta la revolución tecnológica, pero preservando los valores humanistas. Al mismo tiempo, adaptarlos a las nuevas realidades. Eso debe darnos una cierta inspiración para las reformas y debemos pensar las políticas públicas en referencia a la ciencia. La ciencia nos dice algo con relación a qué funciona y qué no funciona en materia de educación, y en este momento vivimos la revolución de las ciencias cognitivas.

Las ciencias cognitivas permiten saber más cosas sobre el cerebro humano, sobre el mecanismo de aprendizaje de los niños y eso lo debemos tomar en cuenta. Por esa razón es que hemos creado en Francia un Consejo Científico de 21 científicos de las ciencias cognitivas, pero también de la psicología y de la historia, para ver las luces que podemos tener para elaborar nuestras políticas públicas. Por ejemplo, hemos tomado una medida social, que ha sido la división por dos de las clases en los sectores más pobres de Francia, en las edades de 6 y 7 años, en la edad en que se aprende a escribir o a contar. Lo hicimos a la luz de estudios nacionales e internacionales que marcaban que hacer esto a esta edad tiene eficacia para dar un buen punto de partida en la vida. Para nosotros, con el presidente Macron, era la pregunta clave: estábamos buscando la medida con la cual podíamos ir a la raíz de la lucha contra las desigualdades sociales. Ese era el primer punto: tener estudios científicos que permitieran tomar buenas decisiones. En segundo lugar, la comparación internacional es clave, por eso estoy aquí, y por eso saludo la decisión de la presidencia argentina de poner la educación en el centro de la agenda del G-20, que tendrá lugar aquí, en noviembre, porque es una decisión histórica (...) En tercer lugar, pienso que debe dársele mucha importancia a la experiencia. Debemos hacer experimentación para observar el funcionamiento de las cosas y para tomar en cuenta lo que la humanidad ha vivido, para tomar las buenas cosas de la tradición y las buenas cosas de la modernidad. Y mezclar eso para encontrar lo que necesitamos para pensar la escuela.

–Algunas de sus medidas parecen conservadoras, ¿no ha tenido resistencia?

–Mis adversarios a veces dicen eso, pero no es así. La palabra conservadora es una palabra peligrosa. Lo que es progresista es que los niños tengan éxito (...) debemos avanzar a la luz de la ciencia. Eso no es conservador, es progresista. Y la ciencia nos dice cosas, a veces bastante precisas, sobre lo que funciona y lo que no funciona. Si tomo el ejemplo de las matemáticas, se sabe que hay que introducirlas cuando el niño es chico, a los 5, 6 o 7 años (… .) Saber las tablas de multiplicación, saber hacer las cuatro operaciones temprano, porque sobre esta base se aprende fácilmente a esta edad. Después, otras cosas se pueden aprender. Eso no es conservador, es progresista. Porque si un sistema no lo hace, los niños de familias favorecidas lo van a aprender de una manera u otra, pero los niños pobres nunca lo aprenderán. Por eso, no pienso que todo eso es conservador; es pragmático, al servicio científico y al servicio del progreso social.

Los cambios franceses: Una fuerte apuesta

Los principales puntos de la reforma de Blanquer.

Semana de cuatro días. Reducción optativa de la semana, con un día dedicado a actividades extraescolares.

Clases con menos niños. Doce alumnos en primer grado de primaria en zonas vulnerables para atenuar la desigualdad.

Deberes. Los alumnos de entre 11 y 15 años pueden hacer las tareas en clase con ayuda de tutores.

Método silábico. El aprendizaje de la lectura es primordial. Se realizan dictados. “Aprender el código de las letras, la asociación de las letras de manera rápida y fluida no se opone a comprender el texto, sino que está al servicio de la comprensión. Y en el debate pedagógico en el pasado ha habido una oposición entre estos mecanismos mecánicos y entender el sentido del texto. Yo no creo en esa oposición”, apuntó.

Más pequeños. El ingreso obligatorio a la escuela será a los 3 años a partir de 2019. La prioridad está puesta en el lenguaje, la música y el juego como facilitadores del vocabulario.

En foco. Entre los 6 y los 12 años, la prioridad es la lengua francesa y las matemáticas. Y desde allí, se hace foco en las dos revoluciones de este siglo: la tecnológica y la ecológica.

Examen oral. Se realiza un examen oral al final del secundario.
Por Mariana Otero



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