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20 de diciembre de 2018

Ansiedad y Pánico, la patología de moda en los estudiantes

Es un problema que afecta a alumnos de todas las edades, desde la primaria hasta la universidad.Foto:Getty

Por: Redacciòn FM Fleming"Magazine"

Es un problema que afecta a alumnos de todas las edades, desde la primaria hasta la universidad.

El estrés, las presiones familiares, la autoexigencia y el ritmo de vida acelerado están entre las principales causas que desencadenan estos episodios.

El Primer Estudio Epidemiológico Nacional fue realizado en forma conjunta por el Ministerio de Salud de la Nación y la Universidad de Buenos Aires en 2017 y sus resultados coincidieron con los informes de la OMS: una de cada tres personas sufre algún trastorno de salud mental, y entre ellos el más frecuente, con el 16%, fue el de ansiedad. Fueron entrevistadas cuatro mil personas en las principales ciudades del país, y dentro de este trastorno lo más prevalente son las fobias específicas (6,8 por ciento), luego la ansiedad generalizada (3,9 por ciento) y los trastornos de ansiedad por separación (3,1 por ciento), entre otros.

Los niños y jóvenes que padecen estos trastornos ven afectado el normal desarrollo de su paso por las aulas. Los especialistas coinciden en que, cuando estos no son detectados a tiempo y tratados de manera interdisciplinaria, en algunos casos terminan ocasionando bajas en el rendimiento académico. Esto deviene en deserción escolar, así como también fobias, problemas de socialización e inclusión.

Las estadísticas muestran que es una de las principales afecciones de nuestra época y esto tiene que ver, fundamentalmente, con la forma en que vivimos. La ansiedad y el pánico no discriminan sexo ni edad y cada vez esto se ve más en todos los niveles educativos.

La OMS arrojó también un pronóstico que pone a los trastornos mentales como “la principal causa de discapacidad en 2020”. Según especifica, el 14 por ciento de las personas desarrollará una depresión mayor en algún momento de su vida, mientras que el 16 por ciento sufrirá ansiedad.

“Las estadísticas de la OMS muestran que hay más afectados. Ha crecido el porcentaje de personas afectadas con trastornos de pánico, ansiedad o depresivos. Es el trastorno ‘de moda’. Lo cierto es que existen factores que van predisponiendo a este tipo de trastornos: de índole cultural, social, la presión por el rendimiento, las mayores exigencias en nuestra sociedad, el estrés, etcétera”, agregó la psicóloga Luciana Moretti.

Ansiedad vs. pánico

“El ataque de pánico es algo repentino. Es casi una angustia que atrapa el cuerpo y aparecen los síntomas en una intensidad mucho mayor. Uno siente que no puede respirar y a veces hasta que se va a morir”, explica Eugenia Marull al describir los síntomas.

“La diferencia entre un trastorno de ansiedad y un ataque de pánico radica en que en el primero hay un resto psíquico que te permite contrarrestar los síntomas. En un ataque no se los puede controlar. Es algo muy intenso”, agrega Mauro Boretto.

En lo que todos los especialistas están de acuerdo es en que se desencadenan ante una situación de mucho estrés, que puede venir acumulado en un lapso de tiempo o presentarse en un momento específico.

Lo que convierte el ataque de pánico en algo patológico es lo que viene después de aquel primer episodio. Cada psiquis trabaja y procesa ese momento de forma diferente. Haber tenido un ataque de pánico no quiere decir que vendrá otro.

“El problema radica cuando tu mente empieza a crear fantasías temiendo que otros episodios puedan volver a ocurrir. Se vive en la anticipación de ese momento, y ante situaciones similares se reacciona de la misma forma”, sostuvo Eugenia Marull.

“Los ataques de pánico son un infierno que muchos sufrimos. Son la tortura de nuestra propia mente. Pero la vida hay que vivirla. Y del infierno se sale. Y se sale fortalecido. Porque aunque aprendemos a los golpes, que son los ataques de pánico, aprendemos de verdad, nos conocemos más para ser felices y para vivir en paz. No tengas miedo, que todo pasa. Y es para estar mejor”, relató Juan José Domínguez, periodista que sufrió ataques de pánico y que lo contó en una emotiva carta abierta publicada en 2016.

No tan nuevo

Pero los ataques de pánico no son una novedad o una “enfermedad epocal”. Se cree que las personas los vienen padeciendo desde hace décadas. Lo que cambió fue la rapidez en el diagnóstico. Algunos especialistas sostienen que es lo que en la Guerra de Secesión de Estados Unidos se llamaba "corazón de soldado".

Antes los diagnósticos no eran tan fidedignos. Quienes sufrían ataques de pánico pensaban que tenían una enfermedad cardiovascular o cardíaca, de acuerdo con los síntomas”, aseguró Carlos Morra, director del sanatorio Morra.

En Argentina se suma el problema con los remedios sin receta. “La sobreinformación hace que las personas o los padres diagnostiquen a sus propios hijos y busquen ansiolíticos. Es como un remedio para bajar la fiebre. Puede ser necesario, pero no soluciona el problema”, afirmó Eugenia Marull. En el trayecto educativo, de no ser tratados a tiempo, terminan generando fobias a los exámenes, deserción escolar, y problemas de socialización e inclusión.

Los niños y jóvenes que padecen estos trastornos ven afectado el normal desarrollo de su paso por las aulas. Los especialistas coinciden en que, cuando estos no son detectados a tiempo y tratados de manera interdisciplinaria, en algunos casos terminan ocasionando bajas en el rendimiento académico. Esto deviene en deserción escolar, así como también fobias, problemas de socialización e inclusión.

Las estadísticas muestran que es una de las principales afecciones de nuestra época y esto tiene que ver, fundamentalmente, con la forma en que vivimos. La ansiedad y el pánico no discriminan sexo ni edad y cada vez esto se ve más en todos los niveles educativos.

 

Un estudio realizado por el Ministerio de Salud de la Nación y por el Colegio Oficial de Farmacéuticos y Bioquímicos de Capital Federal reveló que el 15,3 por ciento de la población alguna vez en su vida usó tranquilizantes o ansiolíticos con o sin prescripción médica, lo que representa a 2.902.921 personas.

La población más joven fue la que presentó mayores proporciones de consumo de estimulantes o antidepresivos sin prescripción médica. Particularmente, en el grupo de 18 a 24 años, el consumo por cuenta propia (67,3 por ciento) superó al consumo recetado (32,7 por ciento).



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