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CULTURA

9 de agosto de 2019

Manes: Decir presente, hacer futuro

Por: Redacciòn FM Fleming"Magazine"

El neurocientífico adelanta pasajes de su último e su último trabajo, al que lo cataloga como “un libro brújula” para la toma de decisiones.


Algunos de los principales retos de nuestro país en un mundo cambiante e hiperinterconectado seguramente tienen que ver con la necesidad de incrementar las habilidades y conocimientos de quienes lo habitan, nuestra innovación y creatividad. Porque si los argentinos queremos prosperar en un entorno global y dinámico, es vital que demos lo mejor de nuestros recursos. Pero, ¿cuáles son? Los Estados y las instituciones en general tienen un rol primordial en la creación de un contexto en el que cada uno (otra manera de decir “todos”) tenga la oportunidad de dar lo mejor de sí. La prosperidad personal y de la comunidad, la igualdad y la justicia social en nuestro país dependerán del aprovechamiento cabal del talento de nosotros mismos. Alentar y colaborar unos con otros para potenciar las capacidades será crucial para el devenir personal pero también social, es decir, nuestro futuro crecimiento y bienestar. 

La ciencia ha progresado asombrosamente en las últimas décadas; y esto permitió tener a disposición de los decisores políticos y económicos renovados conocimientos para brindar apoyo a las personas, a las familias y a las organizaciones y así promover el desarrollo humano y lograr el bienestar personal y social. ¿A qué llamamos “desarrollo humano”? Se trata de la promoción de los recursos cognitivos y emocionales de una persona: su capacidad de aprendizaje flexible y eficiente, las habilidades sociales y de adaptación frente a los desafíos y tensiones del entorno. Por lo tanto, condiciona su calidad de vida y la manera en que es capaz de contribuir eficazmente a la sociedad. Por su lado, el bienestar es un estado dinámico que se ve reforzado cuando somos capaces de cumplir con nuestros objetivos personales y sociales al mismo tiempo que logramos un sentido dentro de la sociedad.

Diversos factores impactarán drásticamente sobre el país en las próximas décadas, y es necesario tenerlos en cuenta ya. Por ejemplo, la esperanza de vida aumentará de manera impactante. Nuestro concepto de lo que constituye la vejez cambiará. Debemos pensar cómo asegurar que el número creciente de personas mayores mantenga las mejores condiciones y, de esta manera, preservar su independencia y bienestar. También es fundamental tomar decisiones para fortalecer ese bien invalorable. Esto, además de fructífero en sí, también es una estrategia muy eficaz para revertir el torpe estigma de la vejez. Por otra parte, las nuevas tecnologías y la globalización seguirán presentando grandes desafíos a nuestra economía y nuestra sociedad cada vez más basada en el conocimiento. Los niveles de habilidades serán críticos para la competitividad y la prosperidad. Para esto será crucial la formación permanente y la promoción de contextos creativos y de innovación con el fin de que todos, cumplamos la función que cumplamos, podamos potenciar nuestras capacidades. La preparación para hacer frente a los nuevos desafíos tiene que comenzar temprano en la vida fomentando la mejor disposición para aprender. Ligado a esto, otro punto fundamental es la educación. La inversión en educación de calidad redunda con creces en la sociedad. Esto que parece obvio debe plasmarse como prioridad de nuestra sociedad argentina y constituirse en pilar y política de Estado. De verdad.

La Argentina actual está tejida de una multiculturalidad creciente y un cambio de estructuras familiares y sociales que nos impulsan a una interacción cada vez mejor entre nosotros. Se trata de una gran oportunidad para reconocer más la virtud de la diferencia y, también, para conformarnos como sociedad integrada. El éxito en esto puede promover un ciclo virtuoso de oportunidades, mayor inclusión y cohesión social; el fracaso, por su parte, puede alimentar tensiones, aumentar la fragmentación de la sociedad y la exclusión social. No podemos fallar en estos aspectos.

Debemos estar convencidos de que aquella política que priorice el desarrollo humano es la que nos permitirá crecer y, de esta manera, cumplir con uno de los objetivos que nos exige el preámbulo de la Constitución Nacional: la promoción del bienestar general. 



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