El precio de la carne es una de las preocupaciones en el intento de contener la inflación. La aparición de la fuerte demanda china, que se lleva el animal completo en vez de los cortes más caros, como sucede con otros importadores como los europeos,  impulsó subas en el mercado doméstico que casi duplicaron el valor del asado el año pasado. China es el destino del 70% de las exportaciones.

En la Casa Rosada aseguran que a nadie se le ocurre subir retenciones. “No somos soviéticos”, dicen en alusión al viejo sistema que imperaba en Rusia hasta 1991. Pero los únicos dos países del mundo que aplican impuestos a las exportaciones son precisamente Argentina y la Rusia de Vladimir Putin. Moscú acaba de subirlas para evitar trasladaos de la cotización internacional al precio doméstico.

La idea que prima en el Gobierno es el armado de fideicomisos para que los mayores precios internacionales ayuden a morigerar el alza de los valores internos. Aún no se terminó de concretar el del aceite pero va encaminado. Claro que en ese sector los exportadores son pocos y se acordó que aquel de mayor volumen embarcado aporte más a ese fondo específico. 

Parece cuento, pero en el Gobierno y en conjunto con la industria exportadora reflotaron una vieja idea de los años 90: dejar atrás las medias reses, la manera en que la carne llega a las carnicerías. La idea es reemplazarla por cortes que puedan distribuirse según la demanda del comercio por zona. La media res contiene los cortes populares y los más caros y de esa manera unifica precios al valor más alto. “Hay que segmentar”, instruyó el presidente Alberto Fernández en la reunión en la que se selló el acuerdo para que unos 6 millones de kilos por mes lleguen a precios más módicos a unos 1.600 comercios de todo el país. Es probable que el Presidente no conozca los esfuerzos de su actual canciller Felipe Solá cuando en tiempos en que se desempeñaba como secretario de Agricultura de Carlos Menem se enfrentó a los matarifes dedicados al consumo interno, representados en aquel momento por Alberto Samid. Solá fracasó. Y la iniciativa quedó enterrada, hasta ahora.

¿Será distinto esta vez?, se preguntó en dos despachos oficiales. “Hay un cambio en la industria y mayor conciencia de la necesidad de un comercio más ágil, moderno y que pueda ser más rentable”. El Gobierno está dispuesto a otorgar créditos blandos para la transformación. Por cierto esperan resistencia y ya se está diseñando una nueva normativa.

De esta manera la tradicional media res le daría paso al cuarteo, es decir dividida en dos en una primera etapa. Luego en tres: pierna, pecho y asado; como así también el ‘cuarto pistola’ (la pierna con los bifes), el pecho y el asado.

Es más difícil, por la cantidad de jugadores, replicarlo en la harina. Este año la cosecha de trigo fue alrededor de 17 millones de toneladas y los exportadores aseguran que están las 6,5 millones que requiere el consumo. La harina pesa 15% en el precio del pan.

En el maíz, insumo básico para aves, cerdos y vacunos de feed lot, dejaron de lado la idea del fideicomiso y avanzan en garantizar un fluido abastecimiento.

Esto sucede en medio de la tensión por los precios. A nivel general se decidió ir flexibilizando los precios máximos congelados desde hace 9 meses vía lo que se llama el des-listado. Actualmente hay 100.000 productos bajo ese régimen, lo que genera resistencia y críticas en la industria de alimentos y bebidas. Sostienen que mientras aquellos precios bajo control aumentaron 23% en 2020 ante una inflación de 36,1%, los libres como carne y verduras se dispararon.

Todo esto forma parte de la mesa de precios y salarios en la que sentaron a empresarios y gremialistas. Se les informó que aún en un escenario de nueva ola de la pandemia no habrá cuarentena estricta dado que existen y se aplican protocolos para evitar el cierre de fábricas. Tampoco están previstos ni el ATP para los sueldos ni el IFE como ayuda a los desamparados.