VATICANO
14 de abril de 2015
Papa Francisco: La vocación es un compromiso y no una fuga del mundo
VATICANO.- Escuchar y acoger el llamado de Cristo es un compromiso real y concreto para la construcción del Reino de Dios y no una emoción del momento, señaló el Papa Francisco en su mensaje para la 52° Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones que tendrá lugar el 26 de abril, cuarto domingo de Pascua, con el lema “El éxodo, experiencia fundamental de la vocación”.
En su mensaje, el Santo Padre señaló que esta jornada se celebra hace 50 años para recordar “la importancia de rezar para que, como dijo Jesús a sus discípulos, ‘el dueño de la mies… mande obreros a su mies’”.
“Jesús –explicó Francisco–, nos dio este mandamiento en el contexto de un envío misionero: además de los doce apóstoles, llamó a otros setenta y dos discípulos y los mandó de dos en dos para la misión. Efectivamente, si la Iglesia ‘es misionera por su naturaleza, la vocación cristiana nace necesariamente dentro de una experiencia de misión”.
En ese sentido, dijo que “seguir la voz de Cristo Buen Pastor” significa aceptar “que el Espíritu Santo nos introduzca en este dinamismo misionero, suscitando en nosotros el deseo y la determinación gozosa de entregar nuestra vida y gastarla por la causa del Reino de Dios”.
El Papa explicó que entregar la propia vida en actitud misionera “sólo será posible si somos capaces de salir de nosotros mismos”, como un “éxodo”.
La narración del éxodo del pueblo de Israel “representa una parábola de toda la historia de la salvación, y también de la dinámica fundamental de la fe cristiana. De hecho, pasar de la esclavitud del hombre viejo a la vida nueva en Cristo es la obra redentora que se realiza en nosotros mediante la fe”.
“Este paso es un verdadero y real ‘éxodo’, es el camino del alma cristiana y de toda la Iglesia, la orientación decisiva de la existencia hacia el Padre”, indicó.
Francisco señaló en su mensaje que “en la raíz de toda vocación cristiana se encuentra este movimiento fundamental de la experiencia de fe: creer quiere decir renunciar a uno mismo, salir de la comodidad y rigidez del propio yo para centrar nuestra vida en Jesucristo; abandonar, como Abraham, la propia tierra poniéndose en camino con confianza, sabiendo que Dios indicará el camino hacia la tierra nueva”.
“Esta ‘salida no hay que entenderla como un desprecio de la propia vida, del propio modo de sentir las cosas, de la propia humanidad; todo lo contrario, quien emprende el camino siguiendo a Cristo encuentra vida en abundancia, poniéndose del todo a disposición de Dios y de su reino´”, afirmó.
En ese sentido, dijo que la vocación cristiana es una llamada de amor. “La experiencia del éxodo es paradigma de la vida cristiana, en particular de quien sigue una vocación de especial dedicación al servicio del Evangelio”. “Responder a la llamada de Dios, por tanto, es dejar que él nos haga salir de nuestra falsa estabilidad para ponernos en camino hacia Jesucristo, principio y fin de nuestra vida y de nuestra felicidad”.
Francisco aclaró que “escuchar y acoger la llamada del Señor no es una cuestión privada o intimista que pueda confundirse con la emoción del momento; es un compromiso concreto, real y total, que afecta a toda nuestra existencia y la pone al servicio de la construcción del Reino de Dios en la tierra”.
“Por eso, la vocación cristiana, radicada en la contemplación del corazón del Padre, lleva al mismo tiempo al compromiso solidario en favor de la liberación de los hermanos, sobre todo de los más pobres. El discípulo de Jesús tiene el corazón abierto a su horizonte sin límites, y su intimidad con el Señor nunca es una fuga de la vida y del mundo, sino que, al contrario, ‘esencialmente se configura como comunión misionera’, añadió.
El Papa alentó a los jóvenes a responder al llamado vocacional pues “esta dinámica del éxodo, hacia Dios y hacia el hombre, llena la vida de alegría y de sentido”.
“A veces las incógnitas y las preocupaciones por el futuro y las incertidumbres que afectan a la vida de cada día amenazan con paralizar su entusiasmo, de frenar sus sueños, hasta el punto de pensar que no vale la pena comprometerse y que el Dios de la fe cristiana limita su libertad. En cambio, queridos jóvenes, no tengan miedo a salir de ustedes mismos y a ponerse en camino. El Evangelio es la Palabra que libera, transforma y hace más bella nuestra vida”.
“Qué hermoso es dejarse sorprender por la llamada de Dios, acoger su Palabra, encauzar los pasos de vuestra vida tras las huellas de Jesús, en la adoración al misterio divino y en la entrega generosa a los otros. Su vida será más rica y más alegre cada día”, aseguró.
El Pontífice culminó su mensaje recordando que María es el modelo de toda vocación, pues “no tuvo miedo a decir su 'fiat' a la llamada del Señor”.
“A Ella nos dirigimos para estar plenamente disponibles al designio que Dios tiene para cada uno de nosotros, para que crezca en nosotros el deseo de salir e ir, con solicitud, al encuentro con los demás. Que la Virgen Madre nos proteja e interceda por todos nosotros”, concluyó.
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