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7 de julio de 2015

Brasil: le comprará 100.000 autos menos a la Argentina por caída del 25% en ventas

Automotrices argentinas celebran la mejora en el gravamen dada por la administración K, que le otorga ventajas a la producción nacional. Sin embargo, este alivio contrasta con lo que le sucede a su principal cliente, que ya cesanteó a más trabajadores que los que emplea la industria local


 Un concepto sirve para resumir el momento que están atravesando las terminales automotrices es “ciclotimia”. 


No es para menos: el sector había arrancado el año previendo una interesante tasa de crecimiento de las exportaciones, a punto tal que apuntaban a que Brasil ayudara a compensar la fuerte caída que esperaban para las ventas en el mercado interno. 
 

Sin embargo, el balance del primer semestre demostró que el tablero de juego cambió radicalmente. 
El país vecino, lejos de ayudar a la industria a sortear la crisis, pasó a jugar en contra: está comprando cada vez menos autos argentinos, a punto tal que los envíos al exterior cerraron el período enero-junio con un derrumbe cercano al 25%. 

 

Como contrapartida, el mercado interno está mostrando las primeras señales de recuperación: en junio las automotrices pudieron festejar el fin a una larga racha negativa, luego de casi 18 meses consecutivos con números en rojo. 
 

Las ventas en el mercado local se expandieron casi 6% y las empresas del sector recibieron la primera bocanada de oxígeno tras un largo período de turbulencias. 
Paralelamente, la producción también salió del letargo: creció por primera vez en 15 meses. Y esta dinámica estuvo exclusivamente explicada por la buena performance del mercado interno, dado que el mes pasado el desplome de las exportaciones (-18%) contrastó con el crecimiento de los despachos hacia los concesionarios (+15%). 

 

La segunda buena noticia, para este segundo semestre, es que luego de semanas cargadas de especulaciones, el Gobierno finalmente definió los esperados cambios al impuestazo y terminó “premiando” a algunas terminales. 
Además de elevar un 15% el piso a partir del cual comienza a regir el gravamen, el Ejecutivo decidió aplicar una cláusula especial para beneficiar a los modelos de producción nacional frente a la competencia importada. 

 

A partir de las nuevas bases imponibles, los que superen los $225.000 de fábrica, pasaron a tributar un 10% si son producidos en el país y un 30% si provienen del exterior. 
Para la segunda escala del impuestazo también hay una “doble vara”: todo vehículo con un valor de fabricación por encima de los $278.000 sufrirá un recargo del 30% si es "Made in Argentina", en tanto que el gravamen será 20 puntos superior en caso de provenir de afuera.

 

Claro que no todas las terminales festejan. Aquellas que complementan su oferta local con modelos importados en segmentos entry level o de gama media, puden respirar un poco más aliviadas. 
En cambio, las que centran su estrategia comercial en líneas más caras, tendrán menos libertad para definir sus listas de precios y correrán con cierta desventaja. Tal es el caso de Toyota, con el Corolla, Volkswagen con el Vento o Chevrolet, con el Cruze. 

 

Por otra parte, el marco de previsibilidad que aparentemente han logrado muchas automotrices de cara a este segundo semestre –que les permitió actualizar precios y activar lanzamientos que venían posponiéndose-, choca contra el riesgo de una mayor tensión en el frente externo. 
 

Sucede que los últimos cambios introducidos al impuestazo –que en definitiva beneficia a los 0Km nacionales y castiga a los importados con una mayor alícuota-, podrían derivar en represalias comerciales.
 

El temor entre los analistas es cuál será la postura que tomará el gobierno brasileño ante el nuevo esquema tributario al que la consultora Abeceb tildó de “discriminatorio”. 
El economista Gonzalo Dalmasso advirtió que la medida genera incertidumbre y provoca distorsiones entre las marcas, a punto tal que "podría afectar las relaciones comerciales de la Argentina con otros países, en especial con Brasil”, que adquiere el 50% de todos los vehículos de fabricación nacional. 

 

Sucede que el decreto oficial que actualizó el gravamen no modifica el artículo 9 de la ley 24.674 –referida a los impuestos internos-, en la cual se aclara que “los productos importados gravados tendrán el mismo tratamiento fiscal que los productos similares nacionales (...) quedando derogada toda disposición que importe un tratamiento discriminatorio en razón del origen de los productos".
 

A Brasil no le tiembla el pulso y ya lo demostró en la práctica: ante medidas restrictivas, la administración de Rousseff frenó embarques de peras y manzanas de la Argentina a lo largo de tres meses y puso en jaque a toda la industria frutícola de la Patagonia y de Mendoza, que sufrió pérdidas millonarias. 
 

Miguel Ponce, director del Centro de Estudios de Comercio Exterior, afirmó que “la decisión que tomó el Gobierno de aplicar un trato diferencial a la producción nacional puede ser considerada como competencia desleal. Por eso no debemos descartar un nuevo cortocircuito bilateral que derive en un reclamo diplomático”. 
 

“Este es un ejemplo más de las divergencias que estamos teniendo a nivel Mercosur”, acotó. 
Una medida con “mal timing”
Los expertos hacen hincapié en un detalle no menor: la medida anunciada por la administración K llegó con mal timing, dado que tiene lugar en medio de la peor crisis que le toca atravesar a la industria automotriz brasileña en más de una década. 

 

La nación gobernada por Dilma Rousseff está sufriendo una doble tormenta: enfrenta un tembladeral político, tras el escándalo de corrupción que salió a la luz en la causa Petrobras, y también debe lidiar con una economía fría y una inflación que superó con creces la propia meta oficial. 
 

La proyección para este año marca una caída del PBI de casi 1,5%, de la mano de un consumo interno que está tocando su nivel más bajo en trece años. 
Y una de las peores partes se las está llevando la industria automotriz, cuyos números y proyecciones no sólo generan temor en el gabinete de Rousseff.

La incertidumbre hoy se comparte con el Gobierno argentino, dado que las terminales nacionales hoy le venden más autos a Brasil que al propio mercado doméstico.
En este contexto, un informe de Fenabrave –entidad que nuclea a los concesionarios de la nación vecina-, prevé que las ventas de 0Km en ese país van camino a desplomarse un 23%. 

 

Esta estimación preocupa en dos sentidos: en primer lugar, supone un agravamiento de la crisis de cara a los próximos meses, dado que el primer semestre cerró con una contracción del 21%. 
En segundo lugar, refleja en qué medida se están viendo sacudidas y desorientadas las empresas brasileñas, ya que esa misma entidad era la que en enero había pronosticado que los patentamientos no sólo no caerían sino que podían llegar a crecer respecto a 2014. 

 

Puesto en números, el mercado apunta a vender 2,5 millones de autos, casi 800.000 unidades menos que en el período anterior. Es decir que los 0Km que dejarán de venderse este año en Brasil superan a todos los patentamientos que se esperan en la Argentina. 
“La situación en Brasil es muy mala. El escándalo de corrupción se está extendiendo cada vez más dentro del Gobierno y ya está comenzando a salpicar de a poco al ex presidente Lula da Silva. Esto genera mucha desconfianza entre los consumidores”, advirtió desde San Pablo el analista Gustavo Segré. 
El experto agregó otro dato clave: “Con una inflación desbocada, el Gobierno de Dilma se propuso bajarla tres puntos y llevarla al 6% en el término de un año. Esto se logra principalmente por la vía de subir las tasas. Tipos de interés más altos son sinónimo de créditos más caros. Esto es un veneno para el consumo, especialmente de autos, sector en el que una parte de las compras se realizan a mediano plazo”. 

 

La crisis económica en el país vecino no sólo afectó el nivel de compras de las familias brasileñas. El “efecto contagio” ya llegó a la Argentina y las automotrices son las grandes perjudicadas. 
En lo que va del año, las exportaciones hacia ese destino acumulan un desplome del 31%, con casi 50.000 unidades menos, cifra que equivale a todo lo que se produce durante un mes en el país.  

 

Si se analizan las proyecciones para el resto del año, la tendencia es igual de preocupante: las terminales esperan enviar a Brasil 220.000 autos, unos 85.000 menos que en  2014, lo que redondearía la peor performance en una década. 
 

Para ponerlo en perspectiva, en un año récord como fue 2012, la Argentina había logrado exportar a ese país unas 410.000 unidades. Esto significa que, en apenas tres años se habrán “evaporado” unos 190.000 vehículos, lo que equivale a casi cuatro meses de producción a números de hoy. 
Las dificultades que arrastra la industria nacional son múltiples: la “brasildependencia” es muy elevada, cercana al 80%, y las exportaciones hacia otros destinos no logran mover el amperímetro por los problemas de competitividad que registra la economía argentina. 

 

Sin cambio de tendencia en el corto plazo
Para Segré, “las perspectivas para la economía brasileña no son buenas en el mediano término. Las malas noticias van a seguir sucediéndose. Cualquier atisbo de mejora hay que esperarlo recién para el segundo trimestre del año que viene”. 

 

El panorama actual es tan crítico en la nación vecina que Anfavea –entidad que nuclea a las terminales-, acaba de anunciar que hay 32.000 empleados cesanteados. 
Para ponerlo en perspectiva, esta cifra supera incluso a los puestos de trabajo que generan la totalidad de las automotrices en la Argentina (sin contar autopartistas). 

 

Las causas, además del bajón de los patentamientos, responden a que se disparó el stock de vehículos en Brasil: el inventario está a un paso de equivaler a dos meses de ventas, cuando el nivel “saludable” que marca la industria no debe superar los 30 días. 
Bajo la visión de Segré, con este panorama tan incierto en materia laboral, al que se suman supresión de turnos y plantas paradas, “es muy difícil que las exportaciones hacia Brasil se recuperen”. 

 

Otros sectores en la mira 
Un informe de Abeceb, destaca que durante el primer semestre, las exportaciones hacia ese destino se derrumbaron un 21%. 
Al echar luz sobre las estadísticas, surge un dato clave: el 70% de esa contracción fue responsabilidad de la industria automotriz. 

 

Si bien el impacto de esta rama de actividad es determinante para el comercio bilateral, desde la consultora advierten que “también hay otros sectores que se ven afectados por el menor dinamismo del principal socio". 
Según datos del INDEC, durante los primeros cinco meses del 2015, rubros como textil, calzado y maquinaria, sufrieron un fuerte desplome de las exportaciones hacia el mercado brasileño, con tasas de caída de entre el 30% y el 90%

 

Para el economista Mauricio Claverí, el pobre desempeño de Brasil, sumado a otros factores internos, explican por qué las exportaciones de la Argentina cumplieron en mayo 19 meses consecutivos de retroceso. 
"Peor aun, las ventas externas del primer cuatrimestre de 2015 son las más bajas desde 2009, en plena crisis internacional", advirtió el experto, quien agregó que todo esto contribuyó a que en los últimos cuatro años "desaparecieran más de 1.000 empresas exportadoras, dato relevante por su  importante incidencia en términos de generación de empleo y valor agregado". 

Fuente:Agencias de Economía y Mercado



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