INTERNACIONALES
11 de julio de 2015
Ecuador, en la encrucijada del crudo
El impacto del descenso de los precios en los hidrocarburos desde junio de 2014 está dejando un panorama de desaceleración en las principales economías de América Latina y el Caribe. Según las previsiones de abril del Fondo Monetario Internacional (FMI), Brasil y Argentina lastrarán el crecimiento latinoamericano en 2015, que apenas llegará al 0,9 por ciento en su conjunto.
El impacto del descenso de los precios en los hidrocarburos desde junio de 2014 está dejando un panorama de desaceleración en las principales economías de América Latina y el Caribe. Según las previsiones de abril del Fondo Monetario Internacional (FMI), Brasil y Argentina lastrarán el crecimiento latinoamericano en 2015, que apenas llegará al 0,9 por ciento en su conjunto.
La caída de los precios de las commodities afecta de manera particular a los países cuya economía depende del petróleo, como es el caso de Ecuador, en el que el crudo representa dos quintas partes de los ingresos del Estado y la mitad de las exportaciones, según cálculos del Banco Central de Ecuador. Es más, el FMI prevé que la dolarizada economía ecuatoriana moderará su crecimiento hasta un 1,9 por ciento en 2015.
La caída de los precios del petróleo fue “el factor más importante” detrás del aumento del déficit fiscal del país, que según Financial Times, ha pasado del 4,8 en 2013 a casi un 7 por ciento en 2014. Si el crudo sigue bajando por debajo de los 50 dólares, los presupuestos públicos del país latinoamericano, que exporta el 70 por ciento de su producción, pueden correr peligro. Los ingresos están también limitados por la gran cantidad de derivados del petróleo que importa del exterior por su baja capacidad de refinación, a pesar de una producción estabilizada en los 555.000 barriles diarios (bd).
Favorecido en parte por los beneficios que generaba el sector energético en tiempos de bonanza y el aumento de la base tributaria a raíz de las reformas fiscales, el gasto público ecuatoriano se ha incrementado desde la entrada del presidente Rafael Correa en la Administración en 2007, destinado a apoyar su amplio programa de políticas públicas. Y es que el gasto público de Ecuador, considerado por el exministro Fernando Santos como “exorbitante”, llegó al 44 por ciento del PIB en 2013, según el Observatorio de la Política Fiscal.
Pero el Gobierno no prevé reducir ni la inversión en hidrocarburos para este año, fijada en los 3.000 millones de dólares, ni las metas de producción ante la caída de los precios del barril de crudo, aseguró en febrero el gerente de la petrolera estatal Petroamazonas, Oswaldo Madrid. Por parte de la estatal, la meta de producción para este año está fijada en alrededor de 360.000 barriles diarios de media, “igual que el año pasado, tal vez 1.000 barriles más, pero en general estamos tratando de mantener los mismos niveles que el año anterior,” dijo Madrid.
Correa argumenta que ya tiene experiencia superando periodos de crisis del petróleo, como en 2009 cuando la cotización del petróleo llegó a 30 dólares. Ecuador es, además del miembro más pequeño de la OPEP por volumen de producción, uno de los países petroleros más antiguos de la región, explotando crudo pesado desde los años 70 en zonas como la cuenca de Oriente y la cuenca de Napo. Shushufindi y Auca son los campos más productivos. Pero el país se enfrenta a otros retos tradicionales como la falta de capacidad de refinación, la escasa inversión extranjera limitada por su modelo proteccionista o el fantasma del estancamiento de la producción de hidrocarburos.
Producción estancada
Aunque ha vuelto a recuperarse desde 2012, la producción ecuatoriana ha estado estancada en la última década, “como resultado de la declinación natural de los pozos, la falta de desarrollo de nuevos proyectos y las dificultades operativas en los campos de petróleo existentes y maduros”, explica la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA por sus siglas en inglés).
De ahí que la nueva política hidrocarburífera ecuatoriana sea “promover la exploración de hidrocarburos para incrementar sus reservas y su explotación racional”. Actualmente las reservas rozan los 8.800 millones de barriles (MMb), situando al país en el tercer puesto de América del Sur, por detrás de Venezuela y Brasil. La zona clave para este propósito es el Amazonas, con reservas de hasta 900 MMb en el Parque Nacional Yasuní, protegido hasta 2013 de la explotación. El Gobierno ecuatoriano tiene asimismo como meta a largo plazo construir refinerías para reducir las importaciones de derivados y avanzar hacia un modelo energético más limpio, aprovechando su potencial hidroeléctrico. Pero, según los expertos, Ecuador se debate entre un “nacionalismo de los recursos” y la necesidad de inversión extranjera y tecnología de empresas privadas para llevar a cabo sus proyectos.
Modelo controlado por el Estado
Con la entrada de Correa en el Gobierno en 2007, se inició un camino hacia la denominada “soberanía energética” en contraposición a las políticas neoliberales promovidas en los años 90. Este giro coincide con la reincorporación del país a la OPEP en 2007 después de haberse retirado en 1992 por no estar de acuerdo con las cuotas. Correa promulgó también una nueva Constitución en 2008, en la que se incluye al petróleo en el conjunto de sectores considerados estratégicos.
Los cambios en el marco jurídico dieron paso en 2010 a la Ley de Hidrocarburos. El país pasó de un sistema de producción compartida a un modelo de contrato de servicios integrales con financiación con el objetivo de aumentar la producción de campos maduros, con varias iniciativas para recompensar a las comunidades que habitan en las zonas explotadas, como ocurre en los campos Edén Yuturi. La normativa permite la existencia de contratos o “delegación de actividades” a terceras empresas que pueden aportar tanto tecnología como financiación, pero señala la exclusividad de las empresas nacionales en la actividad de exploración de hidrocarburos, en este caso Petroecuador, Petroamazonas y Operaciones Río Napo. Esta última se creó como una joint venture con Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Estas empresas estatales produjeron la mayoría del crudo del país el año pasado. En junio de 2014, unos 420.000 barriles de producción provinieron de Petroamazonas y Río Napo. El resto de la producción corresponde a las compañías petroleras internacionales que operan en Ecuador, como Repsol, ENI, ENAP y Andes Petroleum, que han visto sin embargo reducida su participación en los últimos años. Casos como la expropiación de dos bloques asignados a la petrolera europea Perenco en 2009 y la larga batalla legal contra Chevron por presunta contaminación de yacimientos ecuatorianos, “plantea interrogantes sobre los posibles costos de inversión en Ecuador”, asegura la Administración de Información de Energía de Estados Unidos.
El país es consciente de su limitada inversión extranjera, lejos de los niveles de sus vecinos, Perú o Colombia, que consiguen atraer mayores volúmenes de capital foráneo. Por lo que respecta a la procedencia de las inversiones, los últimos datos estiman que en 2013 llegaron de China, México, España y Uruguay. En el caso del sector.
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