INTERNACIONALES
26 de julio de 2015
BRASIL: el real se desploma, la crisis se agrava
¿Sigue Dilma? Su nivel de aprobación bajó a 9%. Envíos argentinos de autos, frutas, ropa, calzado y alimentos se derrumban y las pérdidas superarán los u$s 2.500 millones. Brasil tiene un peso preponderante para la industria nacional.
En los momentos más prósperos de la relación bilateral, por ejemplo, cada 60 minutos se llegaban a vender en el país vecino más de 50 autos fabricados en la Argentina, en promedio.
Las bodegas locales también habían logrado una importante inserción en ese mercado, a punto tal que en los años de mayor auge, cada hora los brasileños descorchaban cerca de 2.000 botellas de vino elaborados en Mendoza.
Incluso, en los hogares, restaurantes y cadenas de comida rápida de las principales ciudades del país vecino, se llegaron a consumir papas fritas congeladas producidas en la provincia de Buenos Aires a un ritmo de 20 toneladas cada 60 minutos, también en promedio.
Los ejemplos sobran. La complementariedad que han logrado ambas economías es tal que prácticamente no hay rama industrial que no tenga un pie puesto en ese mercado.
Jugos, aceites de oliva, ajo, frutas frescas o procesadas, vehículos, cajas de cambio y demás autopartes, calzado, textiles, detergentes, jabones, pasta de dientes, desodorantes… hay un sinfín de artículos de uso cotidiano que, de la mano de multinacionales, son producidos en la Argentina para ser colocados, en una gran proporción, en la nación vecina.
Pero los tiempos cambiaron el último año. Y mucho. Brasil hoy está asistiendo a una crisis económica y política de grandes proporciones, que está afectando fuertemente el nivel de consumo de sus ciudadanos.
Y las empresas instaladas en la Argentina lo están sintiendo en carne propia, más en un contexto en el que el real vuelve a depreciarse a pasos acelerados, dejando al descubierto los graves problemas de competitividad que atraviesa la industria nacional.
El derrumbe del sueño brasileño
La actualidad de Brasil hoy es diametralmente opuesta a la que exhibía hace unos años, cuando supo convertirse en la gran “locomotora” que ayudaba a traccionar a la economía argentina.
El complicado presente que transita ese país no puede entenderse sin tener en cuenta la gravedad de la crisis institucional que afecta a la presidenta Dilma Rousseff.
“Desde que se desató el mayor caso de corrupción en la historia brasileña, denominado ´Petrolão´, la situación política y económica de esa nación se complicó a pasos agigantados”, advirtió el analista Gustavo Segré, quien señaló que “Dilma posee apenas el 9% de aprobación, el mismo porcentaje que tenía el entonces presidente Fernando Collor de Melo momentos antes de su desplazamiento”.
El “agujero negro” de Petrobras por el cual se fueron millones de reales es un escándalo que está salpicando a todo el oficialismo, pasando por Rousseff, el propio Luiz Inácio Lula da Silva y la base misma del Partido de los Trabajadores.
"La situación es tan grave que hay riesgos de que la Presidenta no termine su mandato", advirtió Segré.
En lo que respecta a los problemas económicos, las grietas se han multiplicado en los últimos meses:
• La expectativa de los consumidores se desplomó y las ventas minoristas vienen de caer en mayo un 4,5% interanual, según consignó un informe de Fundación Mediterránea.
• El mercado laboral acumuló en julio siete meses consecutivos con destrucción de empleos. Desde diciembre se perdieron en Brasil casi 1 millón de puestos de trabajo.
• La inflación está trepando a un ritmo de casi 9%, duplicando la meta del Banco Central. Para hacer frente a la suba de precios, la entidad ha venido subiendo la tasa de interés en forma sostenida, con el objetivo de anclar las expectativas, pero a costa de enfriar el ritmo de actividad.
• Como resultado de estas variables, organismos internacionales y consultoras proyectan que la economía brasileña caerá un 2% este año.
Para Sica, “la revisión de metas fiscales dispuestas por el gobierno de Rousseff y el nuevo recorte de gastos, afectará a nuestro país con una mayor caída en el volumen de exportaciones, lo que impacta directamente en el ritmo de actividad”.
En este contexto, no puede obviarse el riesgo implícito tras la fuerte devaluación que ha venido experimentando el real frente al dólar, lo que está abaratando los productos brasileños a pasos acelerados y poniendo en desventaja a toda la industria argentina.
En medio de la crisis política, la desconfianza de los inversores y en pleno fortalecimiento del dólar en el mundo, los movimientos de la moneda brasileña encendieron las alarmas en toda la industria nacional.
No es para menos: el real perforó el techo de las 3,3 unidades por billete verde. Así, alcanzó el nivel más bajo de los últimos doce años.
Hay que retrotraerse a marzo de 2003 para encontrar un registro de debilitamiento menor.
La diferencia es que, en ese entonces, la megadevaluación que había tenido lugar en la Argentina tiempo atrás funcionaba como una suerte de “blindaje” a la competitividad. Sin embargo, en la actualidad, ese colchón está a un paso de desaparecer completamente.
Según Economía & Regiones, si se considera la inflación de ambos países, desde 2011 –último año en el que creció la economía doméstica- el tipo de cambio con respecto al real brasileño se apreció cerca de un 50%, erosionándose casi toda la competitividad que se lograra en la última devaluación propiciada por Axel Kicillof, allá por enero de 2014.
El problema para las empresas nacionales es que, por el afán de la administración kirchnerista de usar al tipo de cambio como ancla la inflación, "a nosotros nos suben los costos medidos en divisa estadounidense”, subrayó el economista Jorge Day, de Fundación Mediterránea.
Según un relevamiento de la consultora, mientras que el “costo país” de la Argentina en 2010 estaba prácticamente empatado con el de Brasil, a partir de la profundización del atraso cambiario la brecha se disparó un 100% a favor de la nación vecina.
Negocios en riesgo por u$s2.500 millones
A la hora de medir el impacto sobre el "Made in Argentina", desde Economía & Regiones señalaron que el "fortalecimiento de la monda local respecto del real brasileño afecta fuertemente la rentabilidad de los sectores que comercian con Brasil. Serán varios los rubros que se verán negativamente afectados.
Entre ellos hay que mencionar no sólo a las industrias exportadoras, sino también a los rubros que compiten con importaciones provenientes de ese país".
Para Sica, “Brasil seguirá dando malas noticias, ya que se reducirá la demanda de productos nacionales y eso impactará en toda la industria".
Según datos del INDEC, el primer semestre del año cerró con envíos al país vecino por menos de u$s5.800 millones, cifra que se ubicó casi un 25% por debajo de igual lapso de 2014, constituyéndose además en el peor registro desde 2009, es decir, en plena crisis internacional por las hipotecas subprime.
En este contexto, el economista Jorge Todesca advirtió que la crisis brasileña amenaza con hacerle perder a las empresas argentinas negocios de exportación por la friolera de u$s2.500 millones.
Además, advirtió que el bajón de las ventas a ese país superará por varios cuerpos a las de las importaciones, lo que llevará a que el déficit comercial bilateral corra riesgos de multiplicarse casi por diez, al pasar de un rojo de u$s140 millones en 2014 a unos u$s1.200 millones este año.
Esto, indefectiblemente, agravará el problema de la escasez de divisas y le sumará un condimento extra al ya preocupante cuadro de tensión cambiaria.
Sectores bajo la lupa
Al trazar un relevamiento por sectores, se observa que una de las peores partes de la crisis se la está llevando la industria automotriz argentina.
La incertidumbre hoy se comparte con el Gobierno K, dado que las terminales nacionales hoy le venden más autos a Brasil que al propio mercado doméstico.
En este contexto, un informe de Fenabrave –entidad que nuclea a los concesionarios de la nación vecina-, prevé que las ventas de 0Km en ese país se desplomen un impactante 23%.
Puesto en números, el principal socio apunta a comercializar 2,5 millones de autos, casi 800.000 menos que en 2014 .
¿Cómo impactará esto en la Argentina? En la industria local hay consenso de que, con una capacidad ociosa alarmante en Brasil -del orden del 50%, el peor nivel desde 1999-, las exportaciones de autos se seguirán desplomando.
El número que se maneja en la actualidad es que los envíos difícilmente superen las 220.000 unidades, lo que representaría unos 80.000 vehículos menos que en 2014.
Esta cifra equivale a lo que producen todas las plantas del país, en promedio, a lo largo de dos meses. De modo que este bajón que afecta al principal socio comercial se está traduciendo en un menor ritmo de actividad.
Pero por detrás de este sector hay un gran abanico de rubros que también están sufriendo en carne propia ese menor dinamismo y el derrumbe de la competitividad cambiaria.
Entre las industrias más castigadas figura, por ejemplo, la del calzado, cuyas exportaciones se desplomaron un 90% durante los primeros cinco meses del año.
Alberto Sellaro, presidente de la Cámara de la Industria del Calzado, advirtió que “la situación en Brasil está más que complicada. Se les cayó el consumo, están sufriendo despidos y su mercado está jaqueado. Esto está repercutiendo fuertemente en nuestras exportaciones”.
También están sufriendo los empresarios textiles, especialmente los fabricantes dedicados a la producción de hilados. Los envíos totalizaron u$s47 millones en el primer semestre, un 33% menos que en el mismo lapso del año pasado.
Pedro Bergaglio, presidente de la Cámara Argentina de Empresas de la Industria del Sweater, aseguró a este medio que “la devaluación del real, nuestra pérdida de competitividad y el menor consumo en Brasil es una combinación muy mala para las exportaciones del sector textil”.
“Nuestro vecino siempre fue una locomotora para la industria nacional, pero este año claramente no está acompañando”, completó.
Economías regionales, en apuros
Las economías regionales también figuran al tope de las más perjudicadas por la crisis brasileña y el agravamiento de la variable cambiaria.
El bajo nivel de consumo de las familias brasileñas, que también vieron licuar parte de sus ingresos por la fuerte devaluación del real llevó a que, por ejemplo, se desplomaran las exportaciones de papas fritas congeladas, negocio que había representado unos u$s62 millones el primer semestre de 2014 pero que cayó un 23% este año.
También se derrumbaron los envíos de conservas de frutas y legumbres (-33%), ajos frescos (-27%) y galletitas y golosinas (-21%).
Desde la Asociación de Productores, Empacadores y Exportadores de Ajos (Asocam), Mariano Ruggeri, advirtió que la devaluación del real está castigando a esa industria clave para la economía de Mendoza, que exporta el 90% de la producción.
“El escenario cambiario del país es totalmente destructivo para la competitividad del ajo”, señaló Ruggeri.
También es crítica la situación del sector frutícola, especialmente de las empresas ubicadas en la Patagonia que, además del problema del tipo de cambio, también debieron enfrentar un cierre temporal de las fronteras en Brasil, país que argumentó temas fitosanitarios, si bien los empresarios argentinos aseguran que se trató de una clara represalia comercial.
Así, los envíos de frutas frescas a ese destino acumulan una baja de casi 30%. En este contexto, desde la Cámara Argentina de Fruticultores (CAFI) advirtieron que, de mantenerse el actual escenario, los productores resignarán al menos u$s200 millones.
La caída de Brasil como socio comercial representa un doble problema para los empresarios locales, dado que el mercado argentino –sin dólares y marcado a fuego por la tensión cambiaria-, no está en condiciones de absorber todo aquello que no compre el país vecino.
Según datos de CCR, las ventas de alimentos, bebidas y artículos de limpieza y de tocador vienen de caer 1,3% en el primer semestre. En el caso de los 0Km, entre enero y junio, la baja registrada fue del 17%, con un mes de julio que también se prevé adverso, por citar sólo algunos ejemplos.
Así, con un Brasil frío y un mercado interno todavía débil, el Fondo Monteario Internacional anticipó que es de esperar que la actividad económica en la Argentina se mantenga estancada al menos en lo que resta del 2015.
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