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29 de junio de 2017

Jimmy Carter se curó el cáncer con inmunuterapia

El ex presidente estadounidense había comenzado el tratamiento en 2015.

Una de las personas que recibió el fármaco para tratar un melanoma que se había diseminado hacia su hígado y su cerebro fue el ex presidente estadounidense Jimmy Carter, que en el año 2015 y a sus 90 años, comenzó con el tratamiento.


El diagnóstico era tan malo que todos estaban convencidos de que a Carter solo le quedaban unas semanas de vida. Pero seis meses después de recibir el tratamiento experimental con inmunoterapia, el hombre estaba curado. Semejante resultado fue festejado con entusiasmo, aunque muchos científicos salieron a poner paños fríos a un eventual exitismo.


Leonard Lichtenfeld, subdirector médico de la Sociedad Americana contra el Cáncer, por ejemplo, admitió: “No conocemos cuál será el curso de la enfermedad. Ahora es excelente, pero cada día es un nuevo día. Siempre existe la sospecha de que haya otras pequeñas lesiones y células cancerígenas. Pero es posible que estos medicamentos de inmunoterapia puedan mantenerlas controladas.”

¿QUE ES LA INMUNOTERAPIS?

eSun fármaco que ataca al cáncer por su perfil genético y no por su ubicación en el cuerpo. Es decir que puede ser usado para tratar tumores malignos localizados en el pulmón, las mamas, la próstata, entre otros sitios, siempre y cuando presenten una anormalidad genética en común.


La droga se llama pembrolizumab y pertenece a los tratamientos basados en inmunoterapia, que se centran en fortalecer el sistema inmune para que pueda darle batalla a diferentes enfermedades. El cáncer es una de ellas. A diferencia de la quimioterapia, que mata a las células cancerosas, la inmunoterapia actúa sobre las células del sistema inmune para ayudarlas a atacar a las malignas.


“Hasta ahora, la Food and Drug Administration (FDA, la agencia que controla medicamentos y alimentos en los Estados Unidos) había autorizado tratamientos contra el cáncer guiados por el lugar donde había aparecido por primera vez el tumor maligno –explica Richard Pazdur, jefe de productos oncológicos en el Centro para la Investigación y Evaluación de drogas de la FDA-. Pero el remedio que aprobamos ahora se basa en un marcador genético, sin importar el lugar de localización del tumor original”.


El estudio que lo puso a prueba abarcó a 86 pacientes con tumores localizados en diferentes zonas del organismo: unos los tenían en mamas, otros en próstata, otros en el útero o en los huesos. Una mujer, inclusive, padecía un cáncer muy raro y los médicos le habían informado que no tenía esperanzas de mejora.


En general, las personas que participaron de las pruebas padecían formaciones malignas avanzadas y habían estado bajo tratamientos estándares que no habían dado resultado. Sin embargo también tenían en común algo bueno: una parte de la genética de esos tumores era similar.


Todos portaban mutaciones genéticas que habían destruido la capacidad de las células de reparar su ADN dañado. Fue por eso que estas personas habían sido elegidas para participar del estudio clínico que buscaba probar la habilidad de un fármaco nuevo capaz de fortalecer el sistema inmune para atacar a los tumores.


Experimentos y testeos comenzaron en el año 2013, y no hubo grupo de control, lo que significa que los resultados tuvieron que ser extremadamente contundentes como para que la FDA no haya dudado en aprobar la droga. El laboratorio Merck, que desarrolló el fármaco, llamado pembrolizumab, no hizo los testeos, que fueron llevados a cabo por organizaciones filantrópicas, y que siguen adelante.


Los resultados muestran que la droga logró que en un 85% de los casos (66 pacientes) los tumores se redujeran sensiblemente y se mantuvieran estables, sin aumentar de tamaño. En 18 casos los tumores desaparecieron y no volvieron.
Ante resultados tan contundentes, la FDA decidió aprobar el uso del fármaco para tratar cánceres con tumores sólidos no operables o que ya se diseminaron en el cuerpo de personas que portan un biomarcador celular denominado MSI-H o deficiencia de reparación (dMMR).
Los tumores que más comúnmente presentan esta anomalía genética son los de colon y recto, de endometrio y los de origen gastrointestinal. También puede observarse en cánceres de mamas, próstata, riñón y tiroides.


Historia
Hace tiempo que los investigadores aseguran que lo realmente importante en el tratamiento contra el cáncer es identificar cuál es la mutación genética que origina su aparición y crecimiento. Aún cuando los médicos siguen la rutina de clasificar a los cánceres según el lugar del cuerpo en el que se ubican, pulmón, cerebro, faringe.


Pero el cáncer es una enfermedad mucho más compleja que tumores alojados en un punto determinado del organismo. Drew Pardoll, director del Johns Hopkins Bloomberg-Kimmel Institute y autor del paper publicado en Science con los resultados de la investigación, explica que una mutación genética que aparece en la mitad de los melanomas (el cáncer de piel más maligno existente) es en cambio muy raro en otros cánceres. Y, peor aún, las investigaciones indicaban que aún cuando un 10 por ciento de los cánceres de pulmón tienen esa mutación, el medicamento que sirve para quienes padecen un melanoma no funciona necesariamente en otras personas que tienen otros tipos de cánceres.


Por eso se hacía necesario partir de otra idea: mirar y estudiar cómo es que el sistema inmune es capaz de reconocer y de atacar a las células cancerígenas cuando las identifica como extrañas, enemigos a los que hay que destruir para defenderse. En ese punto, los estudios demostraron que los tumores contrarrestan el ataque blindando su superficie con proteínas, lo que hace a los tumores invisibles ante el sistema de defensa del cuerpo.


Aquí es donde pembrolizumab entra en acción, porque es un nuevo tipo de fármaco con acción inmunoterapéutica que los especialistas bautizaron como inhibidores PD-1 o PD-L1, capaces de desenmascarar las células cancerígenas de modo tal que el sistema inmune logre reconocerlas, atacarlas y destruirlas.


Cuerpos extraños
Las drogas más utilizadas en la inmunoterapia para el cáncer son los inhibidores de punto de control inmunitarios. Bloquean un mecanismo que las células cancerosas usan para apagar al sistema inmune. Esto permite que las células T (críticas para las defensas del organismo) den batalla al tumor. Son cuatro los inhibidores de este tipo ya aprobados y en el mercado.


También hay otra forma de inmunoterapia, la terapia celular, que implica remover células inmunes del organismo de la persona enferma, alterarlas genéticamente para que puedan atacar a los tumores malignos, multiplicarlas en el laboratorio y devolverlas al paciente a través de una transfusión. Es un tratamiento hecho a medida de cada enfermo, y todavía en etapa experimental.
Hay una variante de terapia celular, que no precisa de ese tratamiento personalizado, la de anticuerpos biespecíficos. Se trata de proteínas que pueden pegarse tanto a las células cancerosas como a las células T y que atacan al cáncer. Hay una droga de este tipo aprobada para tratar una tipo de leucemia muy raro.


Otra forma de inmunoterapia, las vacunas, han tenido menos éxito. Si las que se usan para inmunizar a los niños previenen enfermedades como el sarampión o la rubeola, las vacunas contra el cáncer están diseñadas para tratar la enfermedad una vez que la persona ya la tiene.


En junio del 2016 se aprobó en la Argentina la primer inmunoterapia contra el cáncer. La droga que se usa es el Nivolumab, del laboratorio Bristol-Myers Squibb, para un tipo específico de cáncer de pulmón, el de células no pequeñas. Ese subtipo de tumores representa el 85 por ciento de los casos. y la droga se aprobó para usar en quienes la enfermedad recurre o progresa a pesar de la quimioterapia. También se puede usar como tratamiento del melanoma metastásico o no operable avanzado y para ciertos pacientes con carcinoma de células renales avanzado.


Fracaso aprovechado
El pembrolizumab es fruto de las fallas que tuvo otra droga, la nivolumab, que había sido dada a 33 personas con cáncer de colon. Gran decepción, solo le había hecho efecto a un enfermo, aunque con una contundencia llamativa: el cáncer se había desvanecido.
Los investigadores decidieron analizar qué era lo que había hecho a este paciente tan especial. Y hallaron la respuesta. El hombre portaba una mutación genética: sus células cancerosas contenían una variedad de genes mutados, que producían miles de proteínas extrañas en las superficies de las células y por eso es que el sistema inmune no podía identificar a los tumores como enemigos.


Una vez identificada esta situación, las investigaciones continuaron adelante y buscaron personas que tuvieran el mismo defecto genético y le dieron un inhibidor del PD-1. El resultado fue promisorio: una vez que el mecanismo de encubrimiento del tumor fue interrumpido por el fármaco, el sistema inmunológico fue capaz de identificar a esas proteínas como extrañas, y de atacarlas.


La droga (cuyo nombre comercial es Keytruda) ya estaba en el mercado pero solo para personas que tienen algunos pocos tipos de cáncer avanzado de pulmón, melanoma, cabeza y cuello, y el linforma Hodgkin. El tratamiento cuesta alrededor de 156 mil dólares al año, y hay un test para detectar si los pacientes llevan la mutación genética que ataca el fármaco (valen de 300 a 600 dólares).
Solo un 4 por ciento de las personas que están enfermas de cáncer tiene el tipo de malformación genética que es susceptible de ser atacaba por el pembrolizumab. Pero aunque suene a poco, los investigadores que trabajan con el fármaco aseguran que eso es en realidad una gran cantidad de pacientes, tantos como 60 mil al año solo en los Estados Unidos.



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