EDUCACION
5 de enero de 2019
Cuando los hijos salen de vacaciones sin la familia
Los padres temen que los hijos repitan experiencias no gratas de ellos.Foto:Getty
Las vacaciones de los hijos adolescentes solos suelen representar para los padres una vivencia teñida de temores.
Los hijos, por diferentes motivos, van despegándose de nuestro lado. Vivimos en tiempos donde el pegoteo se ha hecho teoría, desde la corriente de “crianza con apego”.
El adolescente oscila entre la dependencia y la separación, a veces se muestra como “superado”, más allá del bien y del mal. Pero también se mueve entre deseos de independencia y temores del pasaje a la autonomía, miedos que ahuyenta actuando y no pensando.
Debemos los padres estar lo suficientemente cerca para cuidarlos y lo suficientemente lejos para no asfixiarlos. Este es el axioma central, y si entendemos esto, entendimos todo.
Los espacios entre ellos y nosotros, conforme el tiempo pasa, son cada vez más escarpados, necesitan tomar distancia para después volver. El camino saludable del crecimiento es el que va de la endogamia a la exogamia. [Ende (adentro), exo (afuera), gamia familia].
Es saludable que los padres vayamos perdiendo información sobre ciertos ámbitos de las vidas de nuestros hijos.
Establezcamos contactos pautados con nuestros hijos (si son pequeños deberán ser a través del adulto a cargo) para ir aliviando nuestros miedos y ansiedades. Tengamos mucho recaudo de no trasmitir la propia angustia. Nos enyoguizamos, respiramos hondo y tratamos de recurrir a nuestro analista, amigos o mantras conocidos para no contagiar tristeza a los pequeños.
Mostrémosles que nosotros también estamos pasándola bien (y de paso intentemos realmente que esto suceda).
Armemos programas interesantes, aprovechemos para hacer todas aquellas cosas que durante el año no podemos porque tenemos que estar con ellos. Disfrutemos genuinamente de esta distancia. Extrañemoslos, y que ellos hagan lo mismo ¡el reencuentro será hermoso! En el ir y volver se construye la libertad, lo mejor que podemos darle a nuestros hijos son alas.
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