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17 de abril de 2020

Nicolás Trotta: Con la mirada articulada ya con 2021 y 2022

Trotta:Destaco es el enorme compromiso de los maestros y los adultos del hogar en apostar por esta continuidad educativa, en una Argentina profundamente desigual.

Por: Por:Redacciòn FM Fleming con informaciòn de Agencias

El ministro de Educación nacional hace foco en los esfuerzos de continuidad educativa a distancia en "una Argentina profundamente desigual" .

A un mes de la suspensión de las clases presenciales, el funcionario de Alberto Fernández enfatiza que el ciclo lectivo 2020 "no se cae", y que están trabajando para "el momento en que se pueda volver a las aulas", con la mirada puesta en "garantizar los saberes, que es distinto que garantizar todos los contenidos". En esa línea, explora potenciales abordajes ligados a una articulación con el ciclo lectivo del año que viene. "Hay saberes que, si no podemos abordarlos en este 2020, los vamos a tener que abordar en el 2021, y eso va a tener que ser coordinado con el Consejo Federal de Educación", remarca. Y bucea en los contrastes que la desigualdad muestra también en tiempos de pandemia, con foco en las prioridades y con planteos en torno a los riesgos de una potencial "sobreexigencia" sobre los estudiantes.

Trotta: Lo que tengo que destacar es el enorme compromiso de los maestros y las maestras y de los adultos del hogar en apostar por esta continuidad educativa, en una Argentina profundamente desigual.
Nicolás Trotta: "Tener un ritmo frenético en las escuelas no garantiza los procesos de aprendizaje"
Periodista: Se cumple un mes de la suspensión de las clases presenciales por la pandemia. Como ministro de Educación nacional, ¿qué nota numérica o conceptual le pondría a la educación a distancia que se aplicó en este período, en un país marcado por las desigualdades?

Nicolás Trotta: Es difícil poner una nota numérica; lo que tengo que destacar es el enorme compromiso de los maestros y las maestras y de los adultos del hogar en apostar por esta continuidad educativa, en una Argentina profundamente desigual. Y el Estado nacional y los Estados provinciales tenemos la responsabilidad y la obligación de desplegar todas las políticas públicas en el campo de la educación para que no se profundice esa desigualdad. Y eso es lo que intentamos hacer en este mes en el que el Gobierno tomó la decisión de suspender la concurrencia física a la escuela pero seguir apostando por la educación a la distancia, en esa escuela irreemplazable, para priorizar ante todo el cuidado de la salud.

P.: Y en una evaluación genérica de lo que fue este primer mes, ¿cree que la pandemia profundizó esas diferencias en el acceso a la educación entre sectores sociales, y entre la educación pública y la privada en particular?

N.T.: Creo que para poder analizar lo que ha sido el impacto de este esquema de aprendizaje inédito, de tratar de hacer conjugar el hogar con la escuela, vamos a tener una real dimensión una vez que volvamos a las aulas. Lo que sí rescato es el esfuerzo compartido de todos para que no se profundice esa desigualdad. Y nosotros en el ámbito del Ministerio de Educación de la Nación diseñamos distintos instrumentos dentro del programa Seguimos Educando, siempre poniendo el foco en el hogar de mayor vulnerabilidad. Que no es sólo la vulnerabilidad socioeconómica sino también la vulnerabilidad tecnológica, de acceso a la tecnología, y la propia desigualdad del capital educativo de los adultos del hogar para acompañar a los más pequeños y a los adolescentes. Es ahí donde tenemos que poner el foco, por eso parte de nuestro programa es un programa analógico, que intenta a partir de la televisión, la radio, la navegabilidad gratuita desde los celulares en nuestro portal, poder llegar a todos los hogares argentinos.

P.: El coronavirus nos enseña a convivir diariamente con la incertidumbre. Aun así, en materia del calendario educativo 2020, ¿hay hoy por hoy algún tipo de certeza respecto a fechas? Por ejemplo, y teniendo en cuenta la curva de contagios que registra la Argentina, ¿es un hecho que no habrá retorno a clases presenciales antes de las vacaciones de invierno, previstas para la segunda quincena de julio?

N.T.: Es difícil dar una respuesta porque no es una respuesta educativa sino epidemiológica. Pero si uno ve los análisis que hace nuestro comité de expertos y la propia definición de nuestro gobierno y del Presidente de que vamos a volver a las aulas cuando no haya ningún riesgo ni para los estudiantes ni para los docentes ni para las familias, entonces creo yo que no están dadas las condiciones en el corto plazo para poder volver a las aulas, al menos en aquellos lugares de mayor densidad poblacional, y donde el virus ha tenido mucha más circulación. Y este marco de incertidumbre que mencionás y que yo comparto se vincula a la realidad que transita no sólo la Argentina sino que inclusive están transitando países del hemisferio norte, que vienen sufriendo la pandemia inclusive con antelación a nosotros. Y ellos tampoco tienen la certeza -países como Italia, Francia o España- sobre cuándo van a volver. El presidente (Emmanuel) Macron dijo días atrás que quieren volver el 11 de mayo, pero no fue muy bien recibida la propuesta todavía. Entonces hay un margen de incertidumbre, que no es improvisación. La incertidumbre se vincula, a nivel global, al aprendizaje que están llevando adelante la humanidad, los gobiernos, los especialistas del comportamiento, sobre el impacto de la pandemia.

P.: Usted planteó el tema de la densidad poblacional. ¿Se está evaluando la posibilidad de que haya un retorno a las clases presenciales segmentado por provincias o por localidades?

N.T.: En eso hay que escuchar a los gobernadores, a partir de lo que ha planteado nuestro Gobierno. Hay provincias que no han tenido ningún caso positivo de coronavirus como Formosa, y otras que han tenido el primer caso en las últimas 48 horas, como Chubut. Y hay otras provincias, en la misma región patagónica, como Tierra del Fuego, un lugar turístico que tiene un nivel de contagio cada 10 mil habitantes muy alto. Son realidades muy diversas. Lo que sí yo creo es que, por un lado, tiene que haber una recomendación, una decisión que no es educativa sino epidemiológica. Y, luego, tiene que haber mucha confianza de la sociedad, mucho consenso social de que ese es el paso que hay que dar, la vuelta a la escuela, en un contexto único hasta el momento, porque no es que nuestros docentes y nuestros estudiantes están en sus casas de vacaciones: todos están trabajando e intentando generar ese vínculo maestro-estudiante para que exista esa continuidad pedagógica educativa.

P.: Hace hincapié en la continuidad pedagógica. ¿Está entonces completamente descartada la posibilidad de dar por caído el ciclo lectivo 2020? ¿O, en todo caso, en qué circunstancia podría  darse?

N.T.: No se cae, no se pierde el ciclo lectivo; estamos trabajando en el día después, en el momento en que se pueda volver a las aulas. Y ahí lo que vamos a tener que lograr es intensificar los procesos pedagógicos, poder armonizar todo el trabajo y garantizar los saberes, que es distinto de garantizar todos los contenidos. Tenemos sí que establecer lo que va a ser una unidad pedagógica, del trabajo inclusive del ciclo lectivo 2020 con el ciclo lectivo 2021. Poner en valor todo el esfuerzo que está llevando adelante la sociedad y sí seguramente imaginar, pensar, un escenario particular para los que están terminando el nivel, los que están terminando principalmente el secundario. Porque son los que dejan la trayectoria de la instancia obligatoria, a diferencia de los demás, donde tenemos que analizar los 14 años de la educación obligatoria y cómo los años subsiguientes podemos llegar a compensar parte de las dificultades que implica la educación a la distancia que estamos viviendo hoy. Porque si perdemos dos o tres meses de asistencia física a las aulas estamos hablando del 3% de los días de clase. No es un número que implique un impacto que no podamos subsanar con el esfuerzo que está llevando adelante la sociedad, y con los abordajes que podamos hacer de intensificación con el ciclo lectivo 2021 y, si hace falta, con el ciclo lectivo 2022.

P.: ¿Cómo se podría plasmar operativamente esa articulación del ciclo lectivo 2020 con el de 2021? ¿Se refiere a hacer terminar el ciclo lectivo 2020 ya entrado el 2021, para recién después arrancar el de 2021? ¿O habla del traslado de contenidos de un año a otro? Porque ese esquema asoma como más complicado, porque cada grado o año tiene sus propios programas, profesores y maestros…

N.T.: Tiene sus programas, sus profesores, sus maestros, pero estamos también transitando un momento de excepcionalidad. Ahí vamos a tener que consensuar con todas las jurisdicciones educativas los objetivos, y tener una mirada de la unidad pedagógica, de la trayectoria educativa. Hay saberes que, si no podemos abordar en este 2020, los vamos a tener que abordar en el 2021. Y eso va a tener que ser coordinado con el Consejo Federal de Educación, construyendo consensos con todas las jurisdicciones y los actores del sistema educativo. Creo que no hay que concentrarse exclusivamente en el calendario escolar como la garantía de la calidad educativa. Obviamente los días de clase son fundamentales, pero también estamos viviendo momentos de enorme excepcionalidad que marcan también este esfuerzo que están haciendo los maestros, las familias y los estudiantes para que puedan seguir aprendiendo a la distancia.

P.: Usted hizo foco en el problema del último año de la secundaria, que entiendo también que se extiende al último año de la primaria y de la educación inicial. ¿Están pensado puntualmente en algún modelo de trabajo para ese caso, para poder permitir el salto al siguiente nivel educativo?

N.T.: En el caso de la secundaria en particular probablemente tengamos que diseñar -hay que conversar con las jurisdicciones y con las instancias de educación superior- un módulo de cierre del primer trimestre o cuatrimestre del año próximo, donde se pueda pensar inclusive que el primer año de los institutos terciarios y de las universidades excepcionalmente se traslade al mes de mayo. Las universidades empiezan las clases en la primera semana de abril, y a partir de eso generar una articulación para poder llegar a un cierre para todos nuestros estudiantes de quinto o sexto año, según la jurisdicción.

P.: ¿Tienen definido cómo será la acreditación de saberes en todos los niveles? ¿Se aplicarán criterios de evaluación diferentes a los de un año normal?

N.T.: Eso lo vamos a trabajar en el marco de la discusión. Lo que nosotros creemos es que no es que tiene que haber una acreditación de todo el trabajo de esta educación en el hogar, de esta educación a distancia. Lo que tenemos que evaluar son los saberes a partir de lo que sea el diseño curricular que hagamos este año una vez que volvamos a las aulas. No es sólo mirar este esfuerzo que hemos hecho. Más que un momento de evaluar, creemos que es un momento de sostener el esfuerzo e, inclusive, priorizar el acompañamiento y la contención de los estudiantes en el marco de la pandemia. Que es un momento de excepcionalidad que también afecta en términos individuales el vivir y convivir en el marco de la cuarentena. Entonces ahí creemos que es sustantivo no sobrecargar ni a los niños ni a las familias, y tampoco a los docentes.

P.: ¿Están haciendo algún tipo de seguimiento o evaluación de las estrategias que aplica cada colegio? Porque, tomando por ejemplo el caso de la Ciudad de Buenos Aires, se percibe una fuerte disparidad de ritmos en la educación a distancia entre escuelas. Algunas con ritmo intenso de clases virtuales, otras con menor trabajo remoto y un tercer grupo con un alumnado que enfrenta graves trabas para acceder a la enseñanza a distancia...

N.T.: El hecho de que haya escuelas que tengan un ritmo frenético no garantiza los procesos de aprendizaje. Y me parece en ese sentido inclusive que hay por momentos una sobreexigencia innecesaria que en algunos casos se vincula más a la necesidad de la institución de marcar una presencia. Me refiero a muchas instituciones de educación privada que quizás piensan más en la necesidad que el hogar, la familia, sienta que la escuela está presente más que pensar en términos pedagógicos. Creo que en ese sentido esa sobreexigencia a nuestros estudiantes en un momento excepcional, de pandemia, de incertidumbre, no es el camino pedagógico ideal para abordar esta situación única, que esperemos que sea irrepetible. En ese sentido, nosotros creemos que planificar, garantizar una perspectiva pedagógica en este momento tan complejo, es tan importante como lograr un acompañamiento y una contención por parte también de la escuela, de la situación que están atravesando sus estudiantes.

P.: ¿Están pensando en la posibilidad de que haya un retorno a clases segmentado por niveles? En Dinamarca, por ejemplo, volvieron las clases con recaudos en los niveles inicial y primario...

N.T.: No todavía, no estamos en esa instancia. Sí se están analizando todas las posibilidades, que se vinculan mucho a la realidad de lo que van a ser las próximas semanas y el impacto del nivel de contagio en la sociedad. Hoy creo que ningún país del mundo tiene la certeza de cómo va a ser el comportamiento del virus en el hemisferio sur, y uno ve con mucha preocupación lo que todavía sigue ocurriendo en los países europeos y, desde hace algunas semanas, en Estados Unidos. En eso creo que todavía estamos lejos de empezar a discutir los detalles de lo que puede ser una vuelta a la escuela.

P.: Respecto de la situación de la educación privada, ¿hay riesgo cierto de quiebras de colegios privados o jardines de infantes por la caída en el pago de las cuotas? ¿Están monitoreando este tema?

N.T.: Estamos monitoreando, conversando y trabajando. En el inicio teníamos una preocupación por la situación de muchas familias que no podían garantizar su ingreso en el marco de la pandemia y a partir de eso no podían pagar las cuotas. Citamos a las cuatro cámaras, se estableció retrotraer todos los aumentos que se hicieron y, a partir de las consultas, observamos que en casi todos los casos ya se retrocedió en los aumentos que se habían realizado en el mes de marzo de las cuotas. Y se estableció un programa que permite diferir los pagos de las familias que hoy no pueden garantizar el ingreso, sin intereses, que eso no afecta el vínculo de la institución con el estudiante o la familia. Inclusive, al momento de volver a las aulas, por más que la familia no pueda regularizar la situación de las cuotas. Lo mismo que eliminar componentes extraescolares de las cuotas, y avanzó la mayoría de las instituciones en ese sentido. También tenemos una preocupación por el nivel de mora en el pago que hay en general en las escuelas, y que eso termina repercutiendo en algunos casos en los establecimientos que tienen subsidio parcial o no tienen subsidio o aporte estatal y que no estén en condiciones de pagar los salarios del personal docente. En este sentido, estamos trabajando en distintos mecanismos para garantizar que se cumpla este acuerdo con las familias y al mismo tiempo ver en qué se puede colaborar con las escuelas para que puedan superar o transitar este momento tan complejo en términos económicos.

P.: ¿Tienen relevado porcentajes de mora en el pago de las cuotas?

N.T.: Dos de las cuatro cámaras están hablando de un porcentaje de mora en el mes de marzo del 50%, y esperan un poco más del 60% en el mes de abril.

P.: Este miércoles se reunió con sus pares de las provincias en el Consejo Federal de Educación. ¿Qué preocupaciones y sugerencias le plantearon?

N.T.: La misma preocupación que tenemos todos. Nosotros sí establecemos una agenda de trabajo común. Somos un país federal y creemos que nuestro sistema educativo tiene que analizarse a partir del diálogo, de la construcción colectiva. Y cada uno de los pasos que se den tienen que ser pasos consensuados entre todas las jurisdicciones, tanto en el marco de la estrategia para enfrentar la pandemia en el campo de la educación como para lograr fortalecer nuestro sistema educativo a partir del día en que podamos volver a las aulas. Es ahí donde estamos trabajando mancomunadamente con las 24 jurisdicciones educativas.



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