SOCIEDAD
22 de julio de 2020
Cuánto tiempo es conveniente que cada alimento quede en la heladera
Todo lo que encontramos refrigerado en el supermercado debe estar refrigerado en casa.
La crisis sanitarias han sacado a la luz una de las grandes preocupaciones, los alimentos guardados por tiempo excesivo en el frìo¿pueden ser tòxicos?.
La conservación de los alimentos es algo que tener muy en cuenta, sobre todo en verano. Porque aunque se guarden en la heladera o el frizzer, si no se hace de la forma correcta, se puede acabar desperdiciando comida, y malgastando dinero.
Lo primero que hay que saber es que la heladera debe estar a una temperatura de unos cuatro grados centígrados y que el lugar más frío, al contrario de lo que suele creerse, es el estante inferior.
De hecho, muchas neveras tienen ahí cajones especiales para los alimentos crudos, más perecederos y que requieren la temperatura más baja.
Una mujer organizando su nevera. Foto:Getty
Y otra precaución es evitar colocar en la puerta productos a los que no les vayan bien los cambios de temperatura, que se producen cada vez que se abre y se cierra. Entre ellos están los huevos y la mantequilla.
Estos son los tiempos y maneras de mantener más tiempo y en mejores condiciones algunos de los productos alimenticios más habituales.
Aves
Pechuga de pollo. Foto: Getty Images
Pollo, pavo y demás derivados no deben guardarse en la nevera más de uno o dos días.
Una precaución que tener en cuenta es colocarlos en un recipiente del cual no puedan escaparse los jugos que sueltan y que podrían contaminar otros alimentos. Si se pretende cocinarlos pasado ese tiempo es indispensable congelarlos.
Carnes
Diferentes cortes de carne. Foto:getty
No todas permanecen el mismo tiempo en buen estado. Las picadas, salchichas de cualquier tipo de carne, las cortadas a tiras o a tacos son muy delicadas y deben consumirse en 24 o, apurando un poco, 48 horas.
Es así porque es más fácil que se contaminen durante el manipulado y también porque al haber una mayor superficie se multiplican las probabilidades de que se desarrollen bacterias.
Los bistecs y entrecots, los cortes para asar, la costillas de tira y en general las piezas grandes se conservan hasta cinco días.
lONGANIZAS. Foto: Getty
Si se compran envasadas, es preferible mantener el envoltorio original hasta el momento de cocinarlas porque se mantendrán de forma más adecuada, sin perder color ni secarse.
Si se compra en la carnicería, se debe envolver lo más herméticamente posible, preferiblemente envasada al vacío, pero si no también vale un papel film, bien apretado e incluso con doble capa para aislarla al máximo del aire.
Otros tipos de carne, como las salchichas de Frankfurt, tienen mayor resistencia y aguantan un par de semanas con el paquete cerrado y sólo una si ya se ha abierto.
Conservas abiertas
Lata de atún. Foto: Getty
Mejor sacarlas de la lata y meterlas en un tarro o recipiente hermético y así se mantendrán hasta cinco días en buen estado.
Embutidos
Hay que distinguir entre los cocidos y los curados, ya que se conservan de distinta manera. Los primeros son algo más delicados y necesitan estar en la nevera sí o sí.
La temperatura, como para el resto de alimentos, debe estar alrededor de los 4 grados, no menos, porque se corre el riesgo de que se congelen por lo menos parcialmente.
Lo ideal es envasarlos al vacío; de no ser posible, se dejan en el papel encerado en que los envuelven en la tienda y por un tiempo máximo de entre tres y cuatro días. Pueden estar en los estantes centrales porque no necesitan la zona más fría de la nevera.
Jamón crudo o serrano. Foto: Getty
Los embutidos curados no deberían meterse en la heladera, sino mantener la pieza entera colgada en un lugar seco, oscuro, ventilado y fresco (entre 15 y 20 grados centígrados). A medida que se va consumiendo conviene frotar el corte que queda al descubierto con un poco de aceite de oliva y envolverlo en papel film.
Duran bastante, pero no eternamente y con el paso de los días se van endureciendo y adquiriendo un sabor más fuerte.
Si no se tiene el espacio adecuado, y especialmente en verano, es preferible meterlos en el frigorífico cubiertos con un paño de algodón humedecido y bien escurrido. Esto hará que tanto la piel como el interior del embutido se ablanden y se mantengan más tiernos.
Salchichón y chorizo. Foto: Getty
Cuando se compra ya cortado a rodajas lo recomendado es apilarlas unas encima de las otras y envolverlas bien en papel film para evitar al máximo en contacto con el aire. Y recordar sacarlos de la heladera un rato antes de comerlos.
Huevos
Hay que fijarse en la fecha de consumo preferente, pero una vez en la nevera soportan hasta cinco o seis semanas. El problema que tienen los huevos es que llevan mal los cambios de temperatura. De ahí que en las tiendas se encuentren sin refrigerar, para evitar que pasen del frío a la temperatura ambiente y de nuevo al frío en casa.
Huevos. Foto:Getty
Ese es el motivo de que no se aconseje guardarlos en los compartimentos que hay en las puertas de la heladera, el más habitual, porque el continuo abrir y cerrar causa variaciones en la temperatura y puede afectarles.
Los huevos duros con su cáscara se conservan hasta una semana sin problema, pero no más de tres días si forman parte de una ensalada, por ejemplo. Tampoco conviene mantener más de ese tiempo la mayonesa casera y otros preparados que contengan huevo crudo o cocinado.
Pescado
El que más aguanta es el blanco, como bacalao, rape, merluza, y no debe tenerse más de tres días en el frigorífico. En cambio, los grasos, como trucha, salmón y similares, no conviene conservarlos más de 48 horas. Aunque los que menos resisten son los que tienen más cantidad de grasa y menor tamaño, como sardinas o boquerones, que tampoco aguantan muy bien el congelado y se deben consumir el día de la compra si se quiere que no pierdan textura ni sabor.
Pescado. Foto: Getty
Para asegurarse que está en perfecto estado, hay que seguir ciertas normas. Una de ellas es asegurarse de que el frizzer está en la temperatura adecuada de 3-4 grados centígrados y colocar el pescado en el estante inferior, que es el más frío.
Se debe limpiar bien al llegar a casa, secarlo y, a poder ser, guardarlo en un recipiente escurridor colocado dentro de otro, mayor, donde se habrá puesto hielo, procurando que el de encima quede un poco elevado para que el pescado no entre en contacto con el agua del hielo al derretirse. Finalmente se puede envolver todo con papel film.
Queso
Existen tantas variedades de este producto que es imposible dar una norma general para su correcta conservación.
Queso fresco. Foto:Getty
El frigorífico puede dañar los quesos si no se guardan en la forma y lugar adecuados. Si tienen más frío de la cuenta se agrietan, e incluso se resecan hasta el punto de no poder hincarles el diente sin el riesgo de rompérselo, además cambia totalmente el sabor.
En las neveras que tienen un compartimento especial para este producto, con una temperatura de 6 a 10 grados y una humedad determinada, no hay dudas.
Si no es así, el sitio más adecuado es el cajón de las verduras, donde se dejarán envueltos en papel de aluminio para evitar la sequedad, siempre que sean de los duros, como manchego, parmesano y similares, porque requieren entre 8 y 12 grados.
Queso de oveja, de cabra o vaca.Foto:Getty
En cambio los de pasta blanda y los azules necesitan más frío, tanto éstos como los frescos han de conservarse en el estante inferior que es el que tiene los 4 grados precisos.
El tipo de leche de cada animal, el tamaño, la textura o el proceso de elaboración son aspectos que influyen en la durabilidad de los quesos.
Los que menos se mantienen son los pequeños, de pasta blanda y poco curados, entre dos y tres semanas. Es así porque tienen más contenido de agua, lo que hace aumentar las probabilidades de desarrollar bacterias y hongos.
Los de tipo azul grandes están en condiciones hasta dos meses, unos quince días los de menor tamaño.
El queso azul o roquefort . Foto:Getty
Por ese motivo es más conveniente optar por las piezas enteras y cuanto más grandes mejor, aunque no suele ser el caso.
Los de cabra de pasta prensada tipo rulo aguantan hasta uno o dos meses, siempre y cuando tengan como un kilo de peso y dependiendo de cómo estén de frescos en el momento de la compra. Si son más pequeños, no pasan de una o dos semanas.
Los que más tiempo y mejor se mantienen son los de oveja o cabra de pasta prensada, es decir los manchegos. Incluso varios meses, aunque también depende del grado de grasa y de la dureza de la pasta, cuanto más grasa y más dura, mejor.
Queso manchego. Foto Getty
El manchego se mantiene varios meses en el cajón de las verduras si la pieza está entera, y mejor aún, envasada al vacío. Pero si está empezada hay que proteger la parte del corte con papel encerado, film o de aluminio, dejando la corteza al aire.
Otro consejo útil es cambiarlo de posición cada tanto, unos 8 o 10 días para se ventilen las dos partes de la corteza. Si en algún momento aparece moho, no hay que tirarlo, basta con cortar el trozo que lo tenga y comer el resto.
De todas formas la manera más habitual de comprarlo es ya troceado, y en ese formato es preferible guardarlo en un recipiente hermético o en un plato cubierto con un paño húmedo y siempre en la nevera, que es donde se obtiene la temperatura idónea. Tampoco le va nada mal una quesera, entre tras cosas porque evitará el contacto con el aire y que su olor se traspase a otros alimentos.
Aceite de oliva. Foto:Getty Images
El aceite de oliva es un magnífico conservante y si se ha comprado una pieza entera de queso demasiado grande para lo que se consume, se puede conservar en aceite, bien sea cortado a cuartos o a tacos.
Hay que meterlo en un tarro de vidrio, barro o acero inoxidable completamente cubierto y mantenerlo bien cerrado y en la nevera a unos 10 grados.
Tarda uno o dos meses en alcanzar el punto óptimo en que ha absorbido el sabor y aromas del aceite, pero se puede ir comiendo durante el proceso.
En cualquier caso, sea del tipo que sea, se aconseja sacarlo de la nevera entre una y media y dos horas antes del consumo.
Sobras
Pizza. Foto: Getty
Los restos de guisos, también las pizzas, las verduras, los rebozados, las sopas resisten refrigerados entre tres y cuatro días después de haber sido cocinados. Aunque no todos mantienen sus propiedades y textura. Las patatas sin ir más lejos son de los que peor lo llevan, porque se acartonan.
No es aconsejable dejarlos en la holla de cocinado, sino en algún recipiente hermético, que no se tapará ni se meterá en el frigorífico hasta que haya adquirido la temperatura ambiente. Pero tampoco hay que tardar en llevarlo al frío en cuando se alcance, porque dejarlo fuera puede provocar la aparición de gérmenes dañinos.
El pescado no hay que mantenerlo más de un día en la nevera después de guisado.
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