SOCIEDAD
24 de julio de 2020
Los nervios llevan a devorar la comida
El hecho de comer como escape emocional generalmente aparece repentinamente
La mayoría de las personas comen emocionalmente de tanto en tanto; a veces es una decisión consciente pero, con mayor frecuencia, automática.
Existen señales que pueden ayudar a distinguir el apetito emocional o por estrés del hambre físico y real, la diferencia entre ambos tipos de alimentación y brinda algunos consejos para vencer la costumbre de comer emocionalmente o por estrés.
El apetito emocional es un tipo de ansiedad que nos hace comer, no porque tengamos hambre, sino por problemas personales que no sabemos gestionar.
El hecho de comer como escape emocional o por estrés generalmente aparece repentinamente: en general, se come para escapar de los sentimientos negativos que se están experimentando, con la esperanza de que la comida nos haga sentir mejor. La mayoría de las personas comen emocionalmente de tanto en tanto; a veces es una decisión consciente pero, con mayor frecuencia, automática. Quizás no se sabe exactamente qué es lo que molesta, pero lo que si es seguro es que la comida es una forma de mitigar el malestar.
El apetito físico, en cambio, tiende a aparecer de manera gradual; la persona comienza a sentir hambre pero puede esperar para comer, lo cual da algo de tiempo para escoger prudentemente y saciar el apetito con algo saludable. Comer por estrés por lo general provoca un antojo de algún alimento con azúcar, grasas y alto en calorías (como el chocolate, por ejemplo). Sin embargo, cuando se está físicamente hambriento, la persona está dispuesta a considerar varias opciones que satisfagan su apetito físico, lo que significa que es más probable que tome una mejor decisión. Una vez satisfecho el apetito físico y cuando el estómago está lleno a gusto, es señal de que ya se ha comido lo suficiente. Sin embargo, cuando las emociones son el motor, es fácil ignorar lo que dice el estómago y se come mucho más tratando de sentirse mejor. Comer por estrés puede levantar el ánimo momentáneamente, pero después, con la misma rapidez, el sentimiento de vergüenza y culpa aparecen.
Tips para evitar el apetito emocional
• Llevar una agenda de comidas. Es realmente muy útil para que ver qué es lo que te motiva a comer por estrés. Cuando se siente la necesidad de comer, hay que anotar de cuánto hambre se trata una escala del 1 al 10 (por ejemplo, 1 = me desmayo de hambre; 10 = estoy tan llena que ya no podría probar ni medio bocado). Después, registrar los sentimientos de ese momento.
• Admitir tus sentimientos. Si sos consciente de que las emociones son la causa de que comas por estrés, entonces ¿por qué no aceptarlas? No está mal enojarse a veces o simplemente estar aburrida. Los sentimientos pueden ser desagradables pero no son peligrosos y no siempre se necesita ‘repararlos’ comiendo.
• Trabajar en tus habilidades de adaptación. Cada vez que comés como reacción al estrés, es un recordatorio de que no podés controlar tus emociones. Cuando te afecte el estrés, intentá preguntarte: “¿Qué es lo peor que puede pasar si no como?” Sí, es cierto: tu nivel de estrés va a aumentar un poco, pero el sentimiento pasará. Practicá tolerar tus emociones o encontrar otras maneras de hacer frente a tu estrés.
• Encontrar alternativas a comer. Tomate unos momentos para reflexionar sobre tus sentimientos y pensá en otras formas para resolver tu problema. Hacé una lista de cosas que te gusten y que podés hacer en lugar de comer (leer, escuchar música, meditar, etc.).
• Olvidate de los malos hábito. Los que comen a causa de sus emociones continuamente refuerzan la idea de que la mejor forma de tratar las emociones negativas es con comida. Al igual que otros malos hábitos, comer por estrés ocurre antes de que tengas oportunidad de pensar en ello. Por lo tanto, necesitás olvidarte de los malos hábitos y ponerte a hacer algo diferente a comer cuando tenés un mal día.
• Esperar hasta que pase. Quienes comen por estrés, a menudo temen que si no satisfacen la ansiedad por la comida, el antojo va a empeorar. No obstante, cuando se practican tácticas dilatorias, el antojo simplemente desaparece de manera sorprendente. En vez de rendirte inmediatamente a las ansias, prometete que vas a esperar unos minutos y vas a dejar que el antojo desaparezca.
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