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17 de junio de 2022

El rol clave de la escuela y la familia ante el bullying

Es prioritario que cada institución, aun cuando el gobierno escolar no lo promueva, pueda construir un Programa de Convivencia atravesado para la Ética.

La problemática abre paso a la reflexión en todos sus niveles. Cada vez que un niño, niña o adolescente es víctima de violencia en el escenario escolar, una nueva luz de alerta se enciende para avanzar como sociedad en formas efectivas de intervenir de manera que sea posible "poner el freno" a tiempo. Es que una vez más, el maltrato y el acoso escolar entre estudiantes ocupó el centro de la escena luego de que un nuevo caso de bullying llevado al extremo (ocurrido en la ciudad de La Plata) consternara a todo el país. Es que como consecuencia de los golpes propinados por sus compañeros, el adolescente tuvo que ser internado. Era la sexta vez que el grupo de agresores lo atacó en un plazo de quince días.

La realidad es que en lo cotidiano, la violencia entre pares (que se manifiesta en ataques desde lo físico, psicológico y también en el plano virtual), ya se ha naturalizado dentro de las aulas a un punto que genera preocupación desde diversos ámbitos. Alejandro Castro Santander es psicopedagogo de amplia trayectoria y a lo largo de décadas se ha focalizado en analizar y generar espacios de reflexión en relación a la temática de la violencia escolar. "La violencia es un fenómeno complejo que abarca aspectos biológicos, psicológicos, sociales, culturales, económicos y políticos", reflexiona el investigador a profundizar en el debate que actual en torno de la violencia que se manifiesta en todos los planos.
Su mirada es integral. De hecho, es el director general del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica de Cuyo. Sus conocimientos de gestión educativa además, lo han llevado a integrar espacios de asesoría en el marco de la aplicación de políticas institucionales. En sus libros y artículos académicos, la problemática del bullying siempre es el centro. Y fiel a su interés por generar y ampliar los espacios de reflexión sobre la temática, Castro Santander está pronto a compartir una nueva charla participativa sobre "nuevas y viejas formas de violencia en la educación, sociedad, familia y escuela".

Alejandro Castro Santander (Foto:Gentileza), es palabra autorizada a la hora debrindar herramientas para frenar la violencia escolar.

En esta entrevista con FMFleming, el investigador comparte su análisis sobre esta compleja problemática y entrega herramientas para comenzar a cambiar el rumbo desde las prácticas más pequeñas y cotidianas.
- ¿A qué se denomina bullying?

- Desde sus inicios, hablamos de unos 50 años, se llamó bullying al acoso entre estudiantes, donde el hostigamiento, el desequilibrio de poder y una intencionalidad implícita o explícita lo definían (Olweus). En los últimos años el fenómeno se ha complejizado y los encuentros internacionales buscan revisar las definiciones y adecuarla a los significativos cambios sociales. Considerar que el acoso ocurre dentro de un sistema de relaciones y estructuras que existen dentro pero también fuera de la escuela o la universidad.

- ¿Cuál es la diferencia con el maltrato entre pares dentro de la escuela?

- En general podemos hablar de malos tratos cuando no existe daño, ya que por definición el “daño voluntario” es reservado para la violencia al otro o a uno mismo (suicidio, intento de suicidio…). Tampoco es acoso, hostigamiento o bullying ya que no existe violencia persistente.

- A lo largo de los años, ¿han cambiado las formas en que los niños, niñas y adolescentes expresan formas de ataque hacia otros/as?

- Los cambios en las formas de la violencia han sido significativos, sobre todo a partir del siglo XX y más aún con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial. La violencia es un fenómeno complejo que abarca aspectos biológicos, psicológicos, sociales, culturales, económicos y políticos. Sin embargo, es la cultura la que señala las características de cada época. La violencia toma de la cultura lo que esta pone a su disposición. Por eso muta y se va adaptando a cada época.

La sociedad en general respeta poco las normas, los códigos. Los niños aprenden esta anomia y la reiteran en sus encuentros, en su convivencia con otros. A esto debemos agregarle una violencia muy extendida y difícil de controlar: la ciber violencia.

- ¿Cuál es el motivo que lleva a que existan estas formas de violencia en el plano escolar?

- Como siempre, las causas son múltiples, pero en general existe una ausencia de gestión del clima social en las escuelas. No se atiende la complejidad del fenómeno y la violencia solo necesita que se le den espacios, que se improvise, que nos encuentre descuidados. Si creemos que el gran recurso es la utilización de protocolos de actuación, reconozcamos que estos se utilizan ante hechos de indisciplina y violencia consumados, cuando ya tenemos agredidos, agresores, testigos y la sensación que en algunas comunidades educativas se espera que aparezca alguien dañado para iniciar los procedimientos.

- ¿Qué señales de alarma nos enciende como sociedad esta realidad?

- Es muy importante que cada comunidad escolar reconozca algunos indicadores que pueden mostrar cambios en el “clima” de convivencia. Estar atentos e intervenir ante cualquier denuncia, aunque sea un conflicto menor, ya que luego puede escalar a situaciones de violencia. El hostigamiento, el bullying, es un emergente de aquellos conflictos, indisciplinas y agresiones esporádicas, que por ignorados o mal atendidos, luego derivan a situaciones de acoso.

- ¿Cuál es el rol de la escuela en ese sentido?

- La escuela no puede verse siempre sorprendida ante cada caso de indisciplina o violencia y comenzar a buscar, desde la incertidumbre, respuestas para tomar decisiones. Hay medidas y acciones multinivel que se deben planificar al iniciar cada año escolar, donde la prevención temprana debe estar en el centro de las decisiones: en toda la institución, cada aula, con los docentes, padres, alumnos y el entorno de la escuela. Se comienza ya en nivel inicial junto a la familia y debería concluir en el último año de la escolaridad con la formación de un buen ciudadano que familia y escuela incorporan a la sociedad.

- ¿Y de la familia?

- La familia tiene un rol fundamental, ya que debe ser escuela de valores y de conductas prosociales. Su mejor aliada debe ser la escuela, ya que continuará y esta debe reforzar la tarea del hogar. Ahora, sabemos que no siempre la casa es modelo adecuado y muchas veces también puede enseñar incivilidades. Recordemos que la violencia, en general es una conducta aprendida, y la familia puede llegar a ser la que marque el mal camino. La escuela que se ocupe de todos los niveles, tendrá un espacio también para la formación de padres.

- Los protocolos vigentes a la hora de intervenir en los hechos de violencia en la escuela, ¿están surgiendo efecto?

- Como dijimos, los protocolos son muy útiles cuando tenemos un hecho de violencia consumado, ya que nos indican los pasos a seguir. Calman los nervios ante las distintas situaciones que se pueden presentar, pero no resuelven aquello que las origina. Son la última parte de un proceso, que debe comenzar con las distintas estrategias de prevención temprana para evitar o disminuir los casos de violencia.

Si llevo feliz y sano a mi hijo a la escuela, de poco me sirve, ante una agresión que sufra, que me indiquen que se han puesto en funcionamiento los “protocolos” si antes no existían otras medidas para intentar evitar que sucediera.

- Los docentes y directivos, ¿están preparados para abordar adecuadamente estas situaciones?

- Como la adecuada gestión de la convivencia no es algo que forme parte explícita de la organización escolar, tanto los directivos y los docentes hacen un esfuerzo personal para acceder a una formación que les permita enfrentar aquellas cuestiones que afectan la convivencia en las instituciones educativas. Sabemos que cursos o talleres que se realizan luego de casos de violencia, solo actúan como parches en un sistema que necesita respuestas idóneas, adecuaciones integrales.

- ¿Se necesita mayor formación en este sentido?

- Así es, pero no sólo para que haya climas de orden y buena convivencia que favorezcan el bienestar institucional y personal, sino porque si los vínculos que se establecen entre los distintos miembros de cada comunidad son buenos, el clima escolar se convierte en el factor interno que más favorece el rendimiento, la permanencia y la calidad educativa. Los estudiantes y docentes se sienten parte y se enseña y aprende más y mejor.

- ¿Qué mensaje cree que es necesario reforzar para concientizar a la sociedad?

- Estamos de acuerdo que es fundamental que la escuela sea una alfabetizadora de calidad. Que el aprendizaje de la lectura, la escritura, la matemática y las ciencias sea la apropiada en cada edad y nivel. Pero, debemos insistir, que esto se alcanzará si en la escuela se gestiona correctamente la convivencia y se previenen e intervienen adecuadamente las distintas y complejas situaciones de indisciplina y violencia. Es prioritario que cada institución, aun cuando el gobierno escolar no lo promueva, pueda construir un Programa de Convivencia atravesado para la Ética. “Un ser humano sin ética es una bestia salvaje suelta en el mundo. Con orden y sin miedo, no solo se aprende, sino que se posibilita que niños y jóvenes se desarrollen personal y socialmente. Necesitamos otra educación, otra escuela para una mejor sociedad.



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